Comentario dominical: 19 de mayo de 2019

Raúl Romero López
13 de mayo de 2019

DOMINGO V DE PASCUA – C

A Jesús le va lo nuevo. El evangelio de Juan está lleno de “impactos de novedad”. Con Jesús llega un “Vino Nuevo”, un “Templo Nuevo”, un “Nacimiento Nuevo”,   “un Agua Nueva”, un “Nuevo Pan”, una “Nueva Luz”, un “Nuevo Pastor”, un “Nuevo Mandamiento”. Con Jesús cesa lo viejo, lo cansado, lo aburrido, lo repetido. Con Jesús , el agua se convierte en vino, las redes revientan de peces, los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos comienzan a caminar, y hasta los muertos resucitan. ¿Qué son los milagros de Jesús sino la reivindicación del hombre al derecho a ser feliz?. Con Jesús comienza el gozo, la fiesta, el gusto por la vida. Con Jesús llega el estreno, el asombro, la sorpresa. JESUS ES LA ALEGRIA DE LA VIDA.

Lecturas del día: (Hech, 14,21b-27; Apo. 21,1,-5a; Jn. 13,31-35)

           El centro del mensaje de este día se podría condensar en esta frase: DIOS ES NOVEDAD.

1.– JESÚS NOS DA UN MANDAMIENTO NUEVO. (Evangelio) Es interesante conocer el contexto inmediato. Las palabras que anteceden son éstas :”hijitos míos, qué poco me queda de estar con vosotros”. Sabemos que en arameo, la lengua que hablaba Jesús, no había diminutivos. ¿Cómo se puso esta palabra en diminutivo al traducirla al griego? Dicen los comentaristas: Juan, el testigo de los hechos, no sólo quiso traducir la palabra sino el tono, la emoción, la ternura que puso al pronunciarla. Jesús, en estos momentos tan emocionantes se sintió de una manera especial, ”Revelador del Padre”. Y, en los últimos instantes de su vida, quiso entregarnos todo el cariño del Padre que tenía acumulado a lo largo de su existencia. En este mandamiento nuevo se concentran y se funden el mandamiento del amor al Padre y el mandamiento del amor a los hermanos. La muerte de Cristo es “para demostrar al mundo que yo amo al Padre” (Jn. 14,31). Y para demostrar al mundo lo que yo amo a los hombres: «Nadie ama más al amigo que aquel que da la vida por él” (Jn. 15,13). La novedad consiste en que debemos amarnos con este mismo amor que Cristo nos ama. Aquí está la gran revolución del mundo. La energía, la fuerza de este amor es irresistible ante cualquier obstáculo. Y, sin embargo, como se lamentaba el Papa San Juan XXIII, “a veinte siglos de distancia, el mandamiento nuevo sobre el amor, lo tenemos los cristianos todavía sin estrenar”.

2.– JESUS NOS ABRE UN CAMINO NUEVO PARA LA FE (1ª lectura). Después de la Resurrección, los apóstoles, en especial Pablo, caen en la cuenta de que esta “maravillosa noticia” no se podía quedar sólo para el pueblo judío. Y abrieron la puerta de la fe a todos los paganos. Jesús había dicho: «Cuando yo sea levantado en alto, atraeré a todos hacia mí” (Jn. 12,32). Cristo, muriendo en la Cruz, ha escrito en la cima de ese monte la carta más bella sobre el amor. No se trata de un amor sentimental, pasajero, superficial. Se trata del amor de donación, del amor gratuito, del amor de excelencia. Los primeros cristianos fueron creadores, fueron capaces de traspasar la fe a un mundo pagano. La razón es que creyeron “en la fuerza del amor”. El amor auténtico siempre es atractivo, seductor. Y los primeros cristianos, entusiasmados por ese amor, supieron seducir y atraer a los paganos al mundo fascinante del amor de Jesús. !Mirad cómo se aman!. La gente se quedaba embelesada por esa nueva manera de amarse. Los cristianos del siglo XXI, ante el paganismo reinante, ¿qué hacemos? ¿En qué nos entretenemos? ¿Por qué no vamos a la raíz de nuestros males y estrenamos el maravilloso camino que Jesús nos dejó? !AMAOS COMO YO OS HE AMADO!

3.– JESÚS NOS ANUNCIA UN NUEVO CIELO, UNA NUEVA CIUDAD, BELLA COMO UNA NOVIA QUE SE ADORNA PARA SU NOVIO (Segunda lectura). Lo peor que nos está pasando a esta generación es que, con el apagón de la fe, se nos está eclipsando la esperanza en un mundo futuro. Hay muchos cristianos, incluso que van a Misa, y tienen muchas dudas en su futura resurrección. San Juan, cuando describe la Nueva Jerusalén con esas imágenes tan vivas, tan evocadoras, tan sugerentes, está copiando lo que sucede en la liturgia de la tierra, con esas celebraciones tan vivas, tan alegres, tan radiantes, tan entusiastas. En cada celebración recordaban la Resurrección del Señor y avivaban su esperanza con un grito MARANATHA=VEN, SEÑOR JESUS. Para San Juan de la Cruz, lo que separa el cielo de la tierra no es un muro sino “una tela transparente”. No se ve todavía el cielo pero se trasparenta. Y la muerte sólo consiste en “romper la tela de ese dulce encuentro”. Hemos vaciado de contenido nuestra fe y nuestra esperanza. Hay que volver a un encuentro vivo con Jesús y con la mejor tradición. Así acaba San Agustín su famoso libro de la Ciudad de Dios: “Allí veremos, alabaremos, amaremos, gozaremos, en un fin que no tendrá fin.                      

PREGUNTAS.

1.- ¿Vivo mi fe cristiana con gozo, con ilusión, con esperanza? ¿O estoy contagiado de pesimismo, amargura, cansancio, con ganas de tirar la toalla? ¿Cómo volver al amor primero?

2.- ¿Me siento motivado a llevar la Buena Noticia de Jesús a los paganos del mundo de hoy? ¿Con qué armas? ¿Estoy convencido que sólo el amor nos puede salvar?

3.- ¿Le creo a Jesús capaz de hacerme feliz en esta vida? ¿Y le creo a Jesús Resucitado capaz de darme una felicidad para siempre?.

ORACIÓN

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

Jesús, en su despedida,

nos dio un mandamiento nuevo:

“Amaos unos a otros,

como Yo os amé primero”.

Jesús nos amó hasta dar,

en la cruz, su Sangre y Cuerpo.

La medida del amor

es amar como el Maestro.

En el campo del amor,

Jesús es nuestro “modelo”.

El amor es nuestra gloria,

nuestra señal, nuestro sello.

Jesús nos pide un amor

de amigos y no de siervos:

Amar hasta dar la vida,

sin poner plazos de tiempo.

La señal de los cristianos

es siempre el amor fraterno.

El amor es un lenguaje,

que entiende muy bien el pueblo.

El amor no tiene precio,

no se compra con dinero.

Como Dios, lo damos “gratis”,

sin esperar ningún premio.

Tú, Señor, que eres Amor

y quieres que nos amemos,

danos amor y tendremos,

en la tierra, nuestro cielo.

JOSE JAVIER PEREZ BNEDÍ

PDF:  19 DE MAYO

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