El pasado 8 de mayo la Iglesia y el mundo recibieron la alegría de la elección del nuevo papa León XIV. Son esas jornadas en las que nos acordamos donde estábamos al salir la “fumata blanca” en la Plaza de San Pedro y cuando se anuncia la persona y el nombre del nuevo Romano Pontífice. Esos momentos son de especial alegría, pero también de petición orante por el nuevo sucesor de Pedro y por su ministerio y de acción de gracias por lo que significa la figura del papa en la Iglesia católica. Estoy seguro que esos tres sentimientos se conjugaron en el corazón de muchos creyentes en aquella tarde primaveral de la pascua de este año.
La información sobre su persona y su historia personal nos inunda estos días y descubrimos situaciones y momentos que también le hacen cercano a Zaragoza. El visitó nuestra ciudad ejerciendo su responsabilidad como superior general de la Orden de San Agustín y estuvo en el colegio de los agustinos del camino de las Torres y la parroquia de Santa Rita. Son muchos otros los detalles que seguro nos sorprenden y nos mueven a ir conociéndole mejor y, sobre todo, a rezar por él con mucha intensidad, como el mismo nos pedía aquella tarde desde el balcón de la fachada de San Pedro: “Entonces, quisiera rezar con ustedes. Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo, y pidamos esta gracia especial a María, nuestra Madre”.
Sus primeras palabras dirigidas como nuevo papa nos hablaron de paz: “¡La paz esté con todos vosotros! Queridísimos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el buen pastor que dio la vida por el rebaño de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz entrara en su corazón, alcanzara a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con vosotros!”. La paz que nos trae el Resucitado y que debe llegar a todos los rincones de la tierra y a los corazones de todos los hombres.
En su primera Misa como papa, junto al colegio cardenalicio, nos mueve a poner los ojos en Cristo. León XIV nos invita a escuchar a San Pedro, cuando es interrogado por Jesús sobre su fe en Él y este contestará: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16). Y el mismo expresa su deseo de que Jesús, el Resucitado, este siempre en el centro especialmente den el ejercicio del ministerio petrino que está comenzando: “un compromiso irrenunciable para cualquiera que en la Iglesia ejercite un ministerio de autoridad, desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado (cf. Jn 3,30), gastándose hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo”.
En este inicio de pontificado, os exhorto a rezar por el papa como él nos pedía: “Dios nuestro, pastor y guía de todos los fieles, mira con bondad a tu siervo León XIV, a quien constituiste pastor de tu Iglesia. Te rogamos que lo sostengas con tu amor, para que, con su palabra y su ejemplo, conduzca al pueblo que le has confiado, y llegue junto con él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, amén”. ¡Larga vida al papa! Que nuestra Señora del Pilar y San Agustín le protejan.