Cáritas Diocesana de Teruel y Albarracín ha presentado su Memoria 2024, un documento que da cuenta del compromiso firme y constante de la entidad con quienes más lo necesitan. En un año marcado por las consecuencias de la emergencia climática, el encarecimiento de la vivienda y el aumento de las desigualdades, Cáritas atendió a 592 familias en situación de vulnerabilidad, promoviendo su dignidad y facilitando procesos de inclusión social.
«Es verdad que desde Cáritas se trabaja mucho, pero deberíamos hacer más y en ese propósito estamos: que todas las parroquias tengan una mínima estructura de Cáritas», subrayó durante la rueda de prensa el obispo diocesano, Mons. José Antonio Satué, quien recordó que «la memoria de Cáritas nos recuerda que hay gente a nuestro lado que lo está pasando regular, y es un deber nuestro visibilizarlo». En el contexto del Jubileo de la Esperanza convocado por el Papa Francisco, el obispo añadió: «La solidaridad es la mejor palanca para poner en valor la esperanza».
La memoria recoge la acción integral desplegada en la diócesis, que ha incluido programas de empleo inclusivo, recursos de acogida y acompañamiento, apoyo a la infancia, promoción del comercio justo y numerosas iniciativas de voluntariado. Más de 400 personas voluntarias —el 81 % del equipo humano— han sido parte activa de este esfuerzo común por sembrar esperanza en la provincia.
«Queremos ser parte de una Iglesia que no se queda sentada, sino que sale al encuentro, acompaña, escucha y sostiene», destacó Antonio Hernández, director de Cáritas Teruel. Hernández insistió en la importancia de poner a la persona en el centro y de «construir una sociedad más justa y fraterna» desde lo cotidiano.
Entre las cifras destacadas, sobresalen las más de 530 personas atendidas en los programas de empleo, los 110 niños y niñas beneficiarios de acciones socioeducativas y las 9 viviendas gestionadas para familias sin hogar. A ello se suma el impulso de la empresa de inserción ADARVE y el proyecto Apadrina un abuelo, en el que 74 jóvenes compartieron tiempo y vida con mayores de la provincia.
El área de acción social ha detectado un agravamiento de las situaciones de pobreza cronificada. «Lo que más nos preocupa son aquellos hogares que dependen de ayudas y tienen muchas dificultades para recuperar su autonomía», explicó Mapi Fombuena, trabajadora social. Una de las principales preocupaciones sigue siendo el acceso a la vivienda: «Los precios son muy altos, los requisitos difíciles de cumplir, y la oferta de alquiler cada vez más escasa», añadió. En 2024 se habilitó un nuevo espacio habitacional en el colegio San Nicolás con 19 habitaciones, lo que supuso «un importante incremento presupuestario».
En materia de empleo, Cáritas realizó siete cursos de formación en distintas comarcas. «El año pasado participaron 87 personas en cursos de formación y entre el 40 y el 50 % encontró empleo», detalló María Longás, responsable del área de empleo. Muchas de estas formaciones incluyeron certificados de profesionalidad y respondieron a necesidades reales detectadas tanto en las personas acompañadas como en el tejido empresarial.
Con una inversión total de 1,5 millones de euros, procedente en gran parte de subvenciones públicas, socios, donaciones y prestaciones de servicios, Cáritas Teruel continúa su labor profética de acompañar, animar comunidades y anunciar que la fraternidad es posible.