A continuación, reproducimos una carta de la responsable de Comunicación de Cáritas diocesana de Zaragoza, Alba Monaj, sobre todo lo vivido por esta institución desde el inicio de la pandemia.

Un año ha pasado, un año de cambios y de haber tenido que aprender a adaptarnos. El decreto de Estado de Alarma coincidió con la fecha que debía de haberse realizado el Encuentro anual de Cáritas Diocesana de Zaragoza cancelado por culpa de ese virus llegado de China que de pronto llamó a nuestras puertas.

De pronto en Cáritas, tan dados que somos al encuentro, al sentir, al abrazar y al mirar de cerca a las personas, nos vimos encerrados en nuestras casas, con las parroquias cerradas y con buena parte de nuestros voluntarios viviendo con miedo esa nueva situación que se presentaba en nuestras vidas. 

Pero a pesar del confinamiento, del cierre y de las dificultades, en Cáritas no paramos ni un segundo. Trasladamos nuestras oficinas a nuestras casas, conseguimos ordenadores para poder seguir trabajando, y teléfonos para todos, para que pudiéramos seguir gestionando todo online y vía telefónica. Parecerá una tontería, pero “nos gustaba hacerlo como siempre lo habíamos hechos” y tuvimos que adaptarnos a una forma de trabajar distinta. Cambios que no fueron fáciles, pero en nuestra cabeza sólo existía el objetivo de ayudar a todas esas personas que lo necesitaban, entonces más que nunca, y hacerlo de la mejor forma posible, dadas las circunstancias. 

Hemos visto acudir a mucha gente por nuestros centros de acogida, de otras también hemos sentido su pérdida, hemos hablado con muchas personas nuevas que llamaban angustiadas a Cáritas cuando no sabían a dónde acudir… Pero, gracias a Dios y a la providencia, también hemos visto muchas manos amigas que haciendo honor a la “Fratelli Tutti” han acudido a donar con el firme sentimiento de que hay muchos hermanos que lo necesitaban. 

A pesar del crudo 2020 de las personas que hemos acompañado y que nos preocupa el futuro cercano de todas esas personas que se van quedando al margen del camino, queremos dar gracias. Gracias a Dios por habernos guiado para seguir haciendo nuestra labor aunque sea de otra forma, gracias a los hermanos que trabajan en Cáritas ya sean voluntarios o trabajadores porque desde su vocación de servicio han sabido darse a los demás aunque fuera con mascarilla y pantalla mediante, gracias a los donantes, socios, colaboradores y empresas que han ayudado a sufragar los más de 2 millones de ayudas económicas que hemos dado en el pasado año.