Desde la otra orilla del Atlántico, los párrocos Esteban Barahona y Alejandro D´Arbelles cuentan cómo la misión de Cochabamba ayuda a vivir con profundidad la vocación cristiana.

Estos 25 años de la misión son reflejo de un “caminar juntos” en el que hemos intentado profundizar en el sentido de la llamada para la construcción del Reino. Nos hemos entregado a la búsqueda de modos específicos para dar sentido a nuestra vida a partir del testimonio que brota de muchos otros buscadores del Reino y que pretende alcanzar un modo de vivir que ponga el acento más en las obras que en las palabras.
Como parroquia misionera nos sentimos profundamente bendecidos por la posibilidad de ser partícipes desde nuestra realidad, en la construcción de este proyecto, cada vez con más cercanía. La llamada más auténtica a la misión viene de las personas a quienes servimos, ellos han sido el pozo de donde hemos podido beber para vivir con mucha mayor plenitud nuestro apostolado como cristianos.
Finalmente, nos queda la esperanza de que la realidad de nuestros días nos llama a nosotros, pecadores redimidos, para vivir la santidad en lo más cotidiano, como vocación de todo un pueblo que entiende que no hay otra vía que no sea la de la inclusión y la complementariedad en todos los niveles.


Labor misionera

Resulta verdaderamente complejo abarcar todas las dimensiones que han supuesto estos 25 años de trabajo misionero en Cochabamba. En la actualidad atendemos pastorales de salud, catequesis, liturgia, pastoral familiar y a toda la población parroquial de manera directa e indirecta desde las distintas actividades que se desarrollan como Iglesia. No ha sido un proceso carente de dificultades. Todas las culturas manifiestan tendencias propias y aspiraciones que hay que tratar de descubrir en sus dimensiones éticas y espirituales. Por ello, el trabajo de los laicos ha sido fundamental para el cumplimiento de nuestras metas, ya que su apoyo nos ha ayudado a ir descubriendo y aprendiendo, paulatinamente, cómo el mensaje evangélico puede transformar las dimensiones de la cultura que afectan el pensamiento y a la acción colectiva.

Los párrocos Esteban Barahona y Alejandro D´Arbelles

Entrega cotidiana  

Día a día, vamos descubriendo el calado y las implicaciones que constituyen nuestro trabajo parroquial. Progresivamente, van apareciendo la radicalidad y la novedad de exigencias que plantea a nuestro quehacer el autocomprendernos como tierra de misión, se va desvelando la anchura y el alcance que estos nuevos planteamientos entrañan para todo un conjunto de tareas pastorales, tal y como se han ido desarrollando en estos 25 años de trabajo. Cada día aparece con más exigencia la necesidad de que dichas tareas deben ser replanteadas, repensadas, reformuladas y ensayadas desde nuevas situaciones; en una palabra, la evangelización hoy radica en la novedad de planteamientos y realizaciones pastorales si pretendemos, desde luego, que la óptica misionera se convierta en algo más que vocabulario oficial.

Indulgencia plenaria

Con ocasión de esta doble celebración, 25 años de Erección Canónica de la Parroquia Santa Mónica y 25 años de presencia misionera de la Diócesis de Tarazona, en la misma parroquia, se ha solicitado al arzobispo la declaración de año Jubilar con indulgencia plenaria, para todos los que visiten nuestra parroquia en el 2018, como gracia especial y mayor crecimiento de la piedad, la devoción y el fervor del pueblo católico de nuestra parroquia que hoy en día tiene una población de unos 60.000 habitantes, en medio de una cuidad como es Cochabamba con una población superior al millón y medio de personas. Agradecemos a todos los que desde la Diócesis de Tarazona han ayudado a lo largo de este cuarto de siglo a hacer realidad esta misión en la Arquidiócesis de Cochabamba. En nombre de tantos y tantos que a lo largo de estos años se han beneficiado, les damos las gracias. Sin ustedes, no habría sido posible. ¡Gracias y adelante!