La Catedral de Huesca acogerá mañana el funeral de don Damián Iguacen, obispo emérito de Tenerife y obispo de la diócesis de Barbastro de 1970 a 1974, que falleció ayer, 24 de noviembre, en Huesca. Hoy la diócesis de Barbastro-Monzón lamenta su pérdida y, tomando las palabras de nuestro obispo, Ángel Pérez, recordamos que “le bastaron cuatro años para ganarse el cariño de todos y dejar una huella imborrable como persona y como pastor. Que él interceda ante Padre como lo hizo aquí para que nuestra diócesis sobreviviera”.

Con motivo de su centenario, el sacerdote y canciller-secretario general de nuestra diócesis, Pedro Escartín, glosó su figura de esta manera: “Don Damián fue, entre otras muchas cosas, un luchador por la pervivencia de la diócesis barbastrense. En el lustro escaso que duró su pontificado barbastrense, no sólo continuó la fecunda tarea apostólica de su predecesor, don Jaime Flores, sino que la profundizó y desarrolló con ejemplar dedicación y discreción. En silencio, pero con eficacia, puso en marcha el espinoso proceso de modificación de los límites diocesanos, que veinte años más tarde logró culminar don Ambrosio Echebarría. Bajo su sabia tutela se inició la recuperación, salvaguarda y restauración del patrimonio histórico-artístico que actualmente luce en el Museo Diocesano. Recorrió uno a uno los pueblos de la diócesis, en una ejemplar visita pastoral, en la que conjugaba su preocupación por la situación espiritual de los feligreses con su interés por encontrar soluciones a la problemática económica y social, causante en gran medida de la despoblación que ya había empezado a esquilmar nuestras comarcas pirenaicas y que oportunamente denunció. Hablaba con todos, recordaba los nombres de los vecinos cuyos pueblos visitaba, manifestaba una preocupación sincera por la situación de cada familia y de cada pueblo. Por todo esto y mucho más, déjenos, don Damián, que le felicitemos y le digamos ¡gracias!”.