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“Bajo tu amparo nos acogemos, santa madre de Dios”

Carlos Escribano Subías
30 de abril de 2021

Esta preciosa oración dirigida a la Virgen es una de las más antiguas que rezamos los cristianos. Data nada menos que de mediados del siglo III y constituye un testimonio espléndido de la maternidad divina de María. Ha llegado a nosotros con la lozanía y la ternura con que fue recitada por aquellos primeros cristianos. A lo largo de toda la historia de la Iglesia ha servido –sigue sirviendo– para invocar a la Virgen con el título que más hondo ha calado en el pueblo sencillo, la Madre de Dios, y que fundamenta todos los títulos que engrandecen a María: su Concepción Inmaculada, su condición de Mediadora, su Asunción al cielo, etc.

El sentir del pueblo santo de Dios es que María acude siempre en su protección. La experiencia en Zaragoza, donde se venera de modo singular a la Virgen bajo la secular advocación del Pilar, nos lo recuerda desde que alentó a orillas del Ebro al Apóstol Santiago, en un momento de especial dificultad.

Estos meses de pandemia que tanto nos está haciendo sufrir, y de la mano del papa Francisco, toda la Iglesia ha acudido a la Virgen ante las muchas necesidades que se han suscitado. En la memoria de muchos está la oración que el Papa nos propuso, dirigida a María, para rezar ante el desconcierto provocado por el coronavirus. Oración que seguro seguimos recitando y en la que Francisco hace suya, en sus últimas líneas, esta preciosa y antiquísima oración en la que imploramos la protección de la Madre de Dios. Todos los momentos de nuestra vida son buenos para invocar confiadamente a María , pero especialmente los momentos de sufrimiento, de dolor, de desconcierto. Sabemos que siempre tendremos a la Madre a nuestro lado, escuchando con gran ternura y solicitud nuestras necesidades. Te animo en tu condición de hijo, en este mes de mayo que comienza, a volver tu mirada a Santa María y a rezarle con los cristianos de todos los tiempos: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen gloriosa y bendita!”. Y pedirle así por el fin de la pandemia, por la salud de los enfermos y por el eterno descanso de los fallecidos. 

Y también, para vivir este mes de mayo, me gustaría recordar la iniciativa del Papa del pasado año cuando estábamos en un estricto confinamiento. Nos exhortaba a rezar el Rosario en familia como signo de comunión y confianza: “Por eso, he pensado proponerles a todos que redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa durante el mes de mayo. Ustedes pueden elegir, según la situación, rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo bueno de ambas posibilidades”. 

Pedimos en su año a san José, que nos enseñe a cuidar nuestra relación con María y a acogerla como él de modo incondicional en nuestra vida. 

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