“Aquí estoy desde hace 62 años y soy muy feliz”

El 12 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, la Iglesia celebró la Jornada Pro Orantibus dedicada a fomentar el conocimiento y la oración por todos aquellos religiosos y religiosas dedicados a la vida consagrada contemplativa. Por este motivo, Mª Pilar Lorente Latorre O. P., nos habla de su vocación religiosa y de los desafíos a los que se enfrenta la orden de las dominicas de Daroca en este tiempo especial para el convento, porque conmemora un año jubilar por los 500 de la fundación de su comunidad.

¿Cómo nació su vocación?

En mis tiempos jóvenes, la vida en los pueblos era muy distinta porque se profesaba una fe piadosa de misa diaria, visita al Santísimo y rezo del Santo Rosario. No veíamos películas prohibidas, tampoco frecuentábamos el baile nocturno y no lo hacíamos por la fuerza del pecado, sino porque no nos llamaban la atención. Y así planteado nuestro día a día, esa experiencia nos llevaba a buscar otro modelo de vida.

Lo que más me ayuda es la oración misma. La oración es una escuela de aprendizaje. Cuanta más oración se hace, más se aprende y más deseas hacer oración

¿Por qué decidió ser religiosa dominica?

Me decidí por la vida contemplativa y conocí a estas monjas dominicas del Santísimo Rosario de Daroca, y aquí estoy desde hace 62 años y soy muy feliz. Y si volviera a ingresar lo haría en el mismo convento. La vida en este recinto de clausura siempre es la misma: oración-contemplación; Liturgia y trabajo. Este es nuestro día a día.

El mayor reto es la transmisión de la fe a las generaciones venideras.

¿Qué es lo que más le ayuda a perseverar en la oración?

Lo que más me ayuda es la oración misma. La oración es una escuela de aprendizaje. Cuanta más oración se hace, más se aprende y más deseas hacer oración. Esto te lleva a tener más intimidad con el Señor y esa misma intimidad te lleva a rezar más, a profundizar en la Verdad revelada por Dios.

¿Es cierto que cada vez hay menos vocaciones religiosas?

Sí, es cierto. Cada vez hay menos vocaciones religiosas por la pérdida de valores morales y espirituales en la sociedad contemporánea. La juventud no tiene otra meta que situarse lo mejor posible tanto en la vida personal, en las relaciones con los demás, en el trabajo y en todos los escenarios sociales. Y hablamos de una juventud normal, que tiene una buena formación, incluso religiosa. Pero el ambiente que se vive en todos los ámbitos la lleva por otros caminos.

¿A qué desafíos se enfrenta la orden en la actualidad?

El mayor reto es la transmisión de la fe a las generaciones venideras. Nosotras, con nuestra vida escondida, pero fecunda ante Dios y los hombres, que son nuestros hermanos, oramos intensamente para que haya cada vez más personas con buena doctrina, así como también hombres y mujeres que tengan vocación para la vida religiosa. El mundo necesita de seres humanos buenos, tanto en lo personal como en lo profesional, para dar lo mejor de sí, y ayudar a crear una sociedad más justa.