«A todos nos corresponde una pizca de ese “envíanos pastores”»

Hoy 19 de marzo, solemnidad de San José, celebramos el Día del Seminario, con el lema «Padre, envíanos pastores». En nuestra diócesis tenemos un seminarista, Isaí Zarza, que está formándose en el Seminario de Zaragoza. Isaí ha escrito una carta para hablarnos de lo que supone este día del Seminario:

El lema del día del seminario de este año “Padre, envíanos pastores” no solo se nos ofrece como una breve oración de petición, sino que nos sumerge en una realidad: apenas hay sacerdotes. Este es un hecho que no solo percibimos, sino que también experimentamos y ante esto podemos ponernos negativos –esto se acaba–, nostálgicos –con los curas que había antes– o incluso verlo como algo ajeno o lejano a nosotros, como si los sacerdotes fueran fruto de la nada o los plantaran directamente en el seminario.

Tenemos la certeza de que Dios sigue llamando, sigue  removiendo los corazones de algunas personas para esta misión. Personas con una historia concreta de la que Dios se ha querido servir para servir a los hermanos; sin embargo, esto nunca es un hecho aislado del mundo.

A veces me pregunto qué sería de esa llamada que un día escuché sin tantas personas que han caminado a mi lado y que compartiendo la fe y la vida han avivado ese eco que, en ocasiones, parecía muy lejano. Después de estos años, recuerdo la comunidad que me vio nacer; pero ya en mi crecimiento vocacional tienen mención especial las comunidades de San José de Teruel, la unidad pastoral de Mora de Rubielos, la unidad pastoral de Báguena y últimamente la comunidad de Santa Emerenciana en la que sigo caminando, tratando de reconocer las huellas de Jesucristo no muy lejos de las mías.

Podría parecer que como seminarista las he acompañado, pero ellas también me han acompañado. En definitiva la vocación sacerdotal es un don de Dios que no es solo cosa de los sacerdotes, obispos… sino que es responsabilidad de todos. A todos nos corresponde una pizca de ese “envíanos pastores” y no solo somos corresponsables de ello orando, lo cual es necesario, sino también impulsado en nosotros y en los demás el gran regalo que recibimos el día de nuestro Bautismo. De este modo, seguro que entre nosotros brotarán pastores. “Os daré pastores según mi corazón” (Jer 3,15) es la promesa que Dios hizo a Jeremías y que hoy nos sigue haciendo.