La Iglesia que solo sabe amar. Carta del obispo de Barbastro-Monzón. 16 de noviembre de 2025

Ángel Pérez Pueyo
14 de noviembre de 2025

Ve, y procede tú de la misma manera (Lc 10,37)

La semana pasada recordábamos cómo la exhortación Dilexi Te del papa León XIV nos hacía volver al corazón del Evangelio: el amor de Cristo que se hace cercanía hacia los pobres. Hoy continuamos ese camino, porque el Santo Padre nos invita a pasar del sentimiento a la acción, de la compasión al compromiso transformador.

El cuarto y quinto capítulo del documento miran hacia adelante, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia. Desde Rerum novarum hasta nuestros días, el magisterio ha insistido en que la opción por los pobres no es una alternativa entre muchas, sino el modo concreto en que la Iglesia vive el amor de Dios en la historia. Las estructuras de pecado —la desigualdad, la exclusión, la indiferencia— no se vencen sólo con ayudas, sino promoviendo justicia, trabajo digno y fraternidad real.

León XIV retoma la parábola del Buen Samaritano como espejo de la Iglesia de hoy: un pueblo que no pasa de largo, que se detiene ante el herido del camino y lo acoge como “uno de los nuestros”. El papa advierte que la indiferencia y el descarte son signos de una sociedad enferma, y recuerda que el mandato de Jesús —“Ve, y procede tú de la misma manera”— debe resonar en el corazón de cada cristiano, cada día.

Esta mirada compromete también a nuestras comunidades diocesanas. Ser “Iglesia para los pobres” significa abrir espacios de encuentro, denunciar con serenidad las injusticias y fomentar una cultura del trabajo y la solidaridad. El Papa nos pide gestos que unan, que curen heridas, que hagan visible la misericordia. No se trata de filantropía, sino de evangelio puro: la fe que actúa por la caridad.

El texto concluye con palabras que podrían servir de examen de conciencia para todos nosotros: “Una Iglesia que no pone límites al amor, que no conoce enemigos a los que combatir, sino sólo hombres y mujeres a los que amar, es la Iglesia que el mundo necesita hoy.”

En medio de tantos conflictos y polarizaciones, Dilexi Te nos recuerda que el pobre no es un problema social, sino parte de nuestra familia. Allí donde un cristiano tiende la mano, el mundo vuelve a escuchar aquellas palabras de Jesús: “Yo te he amado”.

Con mi afecto y mi bendición,

Ángel Javier Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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