Sois templo de Dios

Pedro Escartín
8 de noviembre de 2025

Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio de la Dedicación de la Basílica de Letrán – (09 /11/2025)

Hoy celebramos la dedicación de la catedral del Papa, que es la basílica de san Juan de Letrán, en honor de Cristo Salvador. Es una de las cuatro grandes basílicas de Roma y la iglesia-madre de todas las iglesias de la ciudad de Roma y del orbe cristiano. Fue obra del emperador Constantino a principios del siglo IV, cuando ya había promulgado el decreto de libertad de culto por el que cesó la persecución de los cristianos. La liturgia antepone esta conmemoración al domingo; por eso hemos escuchado el Evangelio en el que Juan nos ha recordado una acción profética de Jesús (Jn 2, 13-22), que entonces no fue bien entendida por los judíos…

– ¿No te comportaste con algo de violencia aquel día en el Templo de Jerusalén? -he dicho a Jesús recordándole el Evangelio-. Derribaste las mesas de los cambistas y echaste a los vendedores de bueyes y palomas impidiendo que hubiera culto en el templo. No me extraña de los judíos se enfrentasen contigo.

– Hice un gesto programático para que supieran que los tiempos mesiánicos, anunciados por los profetas, ya habían llegado: yo soy el “nuevo” templo en el que os encontráis con el Padre.

– Pero ¿no fuiste demasiado rotundo? -he insistido-. Al derribar las mesas de los cambistas, que proporcionaban las monedas del templo sin la esfinge del emperador, y al impedir que comprasen las ovejas, bueyes o palomas que los judíos presentaban a Dios como holocausto, los dejaste sin poder dar a Dios el culto que acostumbraban. Hoy diríamos que aquel día los dejaste sin “misa”.

– Recuerda lo que dije a la samaritana con la que unos días después mantuve una larga conversación junto al pozo de Jacob, en Sicar (Jn 4). Cuando ella me preguntó si debía adorar a Dios en el monte Garizim, como decían los samaritanos, o en el Templo de Jerusalén, como decían los judíos, yo le contesté: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre, porque llega la hora en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad».

– Aún no estaban preparados para adorar al Padre “en espíritu y verdad”. Tampoco nosotros lo estamos algunos días: nos es más fácil ofrecer alguna cosa, más o menos valiosa, que ofrecernos nosotros, que es lo que creo que quisiste decir con “adorar en espíritu y verdad”.

– Aciertas en todo lo que estás diciendo -me ha dicho cogiendo su taza de café y, después de tomar un sorbo, ha añadido: -Era preciso hacer un signo un tanto escandaloso para que entendieran mi respuesta cuando reclamaron que les explicara por qué había actuado así.

– Sí. Recuerdo que les dijiste: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré». Pero tampoco te entendieron: tú hablabas de ti y de tu cuerpo como templo y ofrenda a Dios y ellos pensaron que hablabas del templo de Jerusalén. Reconoce que aquel día fuiste demasiado críptico.

– La novedad del reino mesiánico siempre os desconcierta. Mi cuerpo y mi vida entregados “hasta el extremo” es la ofrenda que el Padre desea, no para destruirme, sino para resucitarme y anunciaros que hay vida después de la muerte. El evangelista así lo entendió y también mis discípulos después de verme resucitado…

– … y el apóstol Pablo, que escribió a los cristianos de Corinto: «¿No sabéis que sois templo de Dios? El templo de Dios es santo y ese templo sois vosotros». Así que hoy celebramos que cada uno de nosotros somos la ofrenda que el Padre desea. ¿No es cierto?

– Procura hacerlo así y darás culto a Dios “en espíritu y verdad”.

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