Peregrinos de Barbastro Monzón viven un fin de semana de fe viva y de gracia en Roma y el Vaticano

Diócesis de Barbastro-Monzón
6 de octubre de 2025

Durante un luminoso fin de semana otoñal, un grupo de peregrinos de las unidades pastorales de Binéfar (Tamarite y San Esteban ) y Monzón (Pomar) emprendió un viaje espiritual que quedará grabado en sus corazones. Acompañados por los sacerdotes Óscar Vives, Wilson Páez y Esteban Trejo, los fieles peregrinos recorrieron las calles vivas y llenas de los signos vivos de nuestra fe cristiana en la ciudad eterna, en busca de encuentro, fe y renovación espiritual.

Desde su llegada, los peregrinos se sumergieron en la historia viva del cristianismo. Visitaron lugares emblemáticos como la Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros, la Basílica de San Pedro, el Coliseo, las Catacumbas y los museos del Vaticano. Cada paso era una oración, cada mirada una contemplación. Guiados por sus pastores y hermanos, el grupo no solo admiró la belleza arquitectónica, sino que reflexionó sobre el testimonio de los mártires y la fuerza de la Iglesia a lo largo de los siglos.

El momento culminante de la peregrinación fue la celebración de la Eucaristía presidida por el Papa León, en el marco del Año Jubilar. En un ambiente de recogimiento y alegría, los peregrinos recibieron la indulgencia plenaria, símbolo de la misericordia divina. Las palabras del Santo Padre resonaron con fuerza: “Sed testigos de la esperanza en vuestros pueblos, llevad Roma en el corazón y Cristo en la mirada”.

La presencia y disposición de todos los peregrinos de las unidades pastorales de Binéfar y Monzón (en sus diversas comunidades) caminaron hombro a hombro junto a sus sacerdotes Vives, Páez y Trejo, todos unidos en una sola Fe y una sola Iglesia Peregrina como hermanos unidos en fe y testimonio cristiano de una viva comunión entre las unidades pastorales de Binéfar y Monzón, todo esto fue clave para vivir esta experiencia única como comunidad cristiana, solidaria y fraterna en la Diócesis de Barbastro-Monzón.

Los sacerdotes, como hermanos y pastores, acompañaron con los sacramentos de la penitencia y la eucaristía, así como sus oraciones y cercanía, ayudando a los peregrinos a profundizar en el sentido del Jubileo: un tiempo de gracia, reconciliación y renovación espiritual. Las celebraciones litúrgicas, los momentos de silencio y las conversaciones compartidas tejieron lazos más fuertes entre los participantes.

Al regresar a nuestra diócesis, los peregrinos no solo trajeron recuerdos y fotografías, sino una llama encendida en el alma. Roma y el Vaticano les hablaron de eternidad, de fe, comunión y de misión. Ahora, con el corazón transformado, están llamados a ser luz en sus comunidades, testigos de una fe que se renueva en cada paso, en cada gesto, en cada encuentro.

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