El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
(Salmo 125)
Sí, el Señor ha estado grande con nosotros al regalarnos dos santos jóvenes laicos (sin sotana ni hábito religioso), con caminos y vidas diferentes. Por eso estamos alegres. Dos santos con dos rostros de santidad. Diferentes, pero santos. Santos, pero diferentes.
Sí, el Señor nos los ha regalado: Carlo y Giorgio. Y estamos alegres. No puede ser de otra manera.
A unos les atraerá más Carlo. Otros se detendrán más en Giorgio. Es que el Padre nos regala santos para todos. La vida cristiana no se agota en un solo modelo. Solo Dios es Santo entre los santos. Por eso nos regala trozitos de su santidad en personas de nuestra raza. Solo Dios es Dios.
SAN Pier Giorgio Frassati nació en 1901 en una familia aristocrática de Turín. Frassati decidió orientar su vida hacia el servicio de los pobres, los trabajadores y los marginados. Su fe no se expresó en eslóganes ni en campañas, sino en un compromiso cotidiano que lo llevó a visitar enfermos, organizar acciones solidarias y participar en luchas sociales. La Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, en su primer número, recuerda que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”. Frassati encarnó esta intuición décadas antes de que se formulara oficialmente: su santidad no fue un ejercicio de fachada, sino de encarnación radical y humilde
Se supo de su vida entregada, solidaria, generosa, servicial cuando a su funeral asistieron miles y miles de pobres.
SAN Carlo Acutis es reconocido masivamente como “el santo influencer”. Sus imágenes circulan en Instagram, TikTok y YouTube, y su figura es presentada como modelo juvenil de la era digital. Nacido en 1991 y fallecido en 2006, Acutis vivió poco, pero dedicó parte de su corta vida a difundir por internet la importancia de la Eucaristía. Su historia es conmovedora en tanto revela una fe temprana y un deseo genuino de acercar a otros al Evangelio. Los dos asumieron, cada uno a su manera, la complejidad del seguimiento de Jesús en la historia.
Dos caminos, dos vidas diferentes, pero unidas en el seguimiento de Jesús y en el testimonio de una existencia enraizada en la fe para el bien de todos. Y, declarados santos, su testimonio se hace más visible para el bien de todos.
Para que esto pueda ser más visible, por favor, que nos los dejen con sus fotografías reales. Que no los disfraces con coronas, cabezas que desprenden luz… que nos los dejen, por favor, como fueron. Que, ahora, no tengan rostros angelicales, puros, extraterrestres, sino los que realmente tuvieron. Hace tiempo que se inventó la fotografía. Y que los artistas que los pinten, intenten ofrecernos retratos que no nos estropeen su imagen real.
Como ha sucedido con tantos, tantos santos que, por su imagen ‘extraterrestre’, se hacen inimitables.
San Carlo y San Giorgio no dejéis que manipulen vuestra fotografía real y… rogad por nosotros, santos. sin “vestiduras de santos”.