Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio del XIII Domingo del t. o. – Apóstol S. Pedro – C – (29/06/2025)
Este domingo coincide con la fiesta de los Apóstoles Pedro y Pablo, y en la liturgia prevalece esta fiesta; no en vano ellos son las sólidas columnas sobre las que se asienta la Iglesia: Simón, al que Jesús puso el nombre de Pedro, fue el primero que confesó a Cristo como Hijo de Dios vivo; Pablo, apóstol de los gentiles, predicó a Cristo crucificado a judíos y griegos. Los dos anunciaron el Evangelio en la ciudad de Roma, donde sufrieron el martirio en tiempos del emperador Nerón. Como narra la tradición, Pedro fue crucificado cabeza abajo y sepultado en la colina vaticana, cerca de la vía Triunfal, y Pablo fue degollado y enterrado en la vía Ostiense…
– ¡Con qué exactitud se cumplió tu predicción en los apóstoles que hoy festejamos!: “Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros” -he dicho a Jesús en este día radiante-.
– Se cumplió en ellos y se cumple en todos los que me seguís; no olvides que la pretensión de seguirme sin toparse con la contradicción es una tentación que has de afrontar y superar. Tenlo en cuenta para que cuando llegue la persecución no pierdas la calma -me ha advertido-.
– Ya lo sé -he respondido acercándole su café-, pero muchas veces no pienso en ello para no sentir inquietud o miedo al seguirte. ¡Ya ves cuán pusilánime que soy…!
– Tú te acusas de pusilanimidad y Pedro se entristeció cuando le pregunté por tercera vez si me amaba. Pienso que entonces recordó las tres veces que negó conocerme ante la insistente pregunta de una criada. Entonces cantó un gallo y recordó que se lo había advertido, salió fuera y lloró amargamente. Todos lleváis a cuestas el fardo de vuestras cobardías -me ha dicho amablemente- pero el Paráclito sostiene vuestra decisión definitiva, que es la que importa.
– Supongo que por esto dijiste a Pedro durante la Cena: “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo, pero yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca”.
– Así es y no olvides que añadí: “Cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” -ha concluido dejando reposar su taza en la mesa-. ¿Piensas que yo no sabía a quién había elegido como piedra sobre la que asentar mi Iglesia? De sobra conocía la fuerte personalidad de Simón, pero también sus contradicciones íntimas y hasta sus cobardías del mismo modo que conozco las vuestras. Sin embargo, Pedro hizo bueno lo que Pablo escribió a su discípulo Timoteo: “Sé de quién me he fiado y estoy convencido de que es poderoso para velar por mi depósito hasta Día del juicio”. No sois vosotros solos los que sostenéis mi Iglesia, sino el Paráclito con vuestra cooperación.
Nos hemos quedado en silencio apurando nuestros cafés y, pasados unos segundos, le he dicho:
– ¡Cuánto me consuelan estas consideraciones! Durante las últimas semanas hemos dedicado demasiado tiempo a exaltar la personalidad del papa Francisco y a analizar la de su sucesor León XIV, y me temo que hemos cometido el error de atribuir a Jorge Mario Bergoglio todo lo bueno de Francisco y de hurgar en las cualidades de Robert Francis Prevost buscando conocer el rumbo que va a marcar a la Iglesia, olvidando que es el Espíritu quien la guía y sostiene.
– Así es -me ha dicho-: Ni Ángelo Roncalli convocó el Concilio Vaticano II por su cuenta y riesgo, ni el apóstol Pedro decidió en solitario acoger a los gentiles en la comunidad, sino “el Espíritu Santo y nosotros”, como escribió Lucas. ¡Claro que cuenta el talante y la cooperación de la persona del Papa!, pero sobre todo el influjo callado y eficaz del Espíritu. Medita una fórmula válida para los cristianos de todos los tiempos: vivid “cum Petro et sub Petro”. Sea quien sea el Papa, vive la fe con Pedro y bajo la guía de Pedro, al que prometí: «el poder del infierno no derrotará a mi Iglesia».
