Un corazón que grita, siempre es escuchado

Raúl Romero López
4 de febrero de 2019

Salmo 6
(Descarga aquí en pdf el comentario completo)

2 Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera.
3 Misericordia, Señor, que desfallezco,
cura, Señor, mis huesos dislocados.
4 Tengo el alma en delirio,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo?
5 Vuélvete, Señor, liberta mi alma,
sálvame, por tu misericordia:
6 porque en el reino de la muerte nadie te invoca,
y en el abismo, ¿quién te alabará?
7 Estoy agotado de gemir,
de noche lloro sobre el lecho,
riego mi cama con lágrimas.
8 Mis ojos se consumen, irritados,
envejecen por tantas contradicciones.
9 Apartaos de mí los malvados,
porque el Señor ha escuchado mis sollozos;
10 el Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi oración.
11 Que la vergüenza abrume a mis enemigos,
que avergonzados huyan al momento.

INTRODUCCION
Es un salmo de lamentación individual. Es la oración angustiosa de un enfermo grave, en una situación límite. Se trata de una persona que “ya no puede más”. No escatima ningún calificativo para expresar su aflicción: “desfallezco”, “tengo los huesos dislocados y el alma en delirio”. Rodeado de hostilidad, encerrado en su dolor, penetrado por la angustia, sólo encuentra salida en el Señor, invocándole con intensidad a través de siete imperativos.

EXPLICACION-REFLEXION DEL MENSAJE PRINCIPAL DEL SALMO

Un corazón que grita.
No se trata de un grito cualquiera. En cualquier diálogo o discusión, también se grita. Pero no el que más grita el que tiene más razón. Suele ser al contrario. Aquí el grito no viene de la garganta, sino del corazón. Es el corazón del hombre el que está hundido en la miseria. Todo el hombre es una queja, un lamento, un alarido. ¡No puede más! ¿A quién acudir?

“Y tú, Señor, ¿hasta cuándo?”
Invocación directa, osada, audaz. Yavé, viendo mi angustia vital no puede quedarse indiferente. Es una expresión que queda en suspenso. La ayuda, el apoyo quedan colgados, suspendidos… Alguien tendrá que venir a “descolgarlos”.

Se ahonda en el dolor.

“De noche… riego mi cama con lágrimas. Mis ojos envejecen”
El salmista no hace más que llorar. Tarea improductiva e infecunda. Los ojos se gastan y envejecen. “Dios no ha creado nada más triste que el ojo. Por todo le toca llorar” (Eclo 31, 15).
Situación densa, dramática. Evoca la situación del rey Ezequías, vuelto hacia la pared y llorando amargamente ante el anuncio inmediato de la muerte… Pero el Señor, “viendo sus lágrimas, le escuchó” (Is 38, 1-5).
«Regar es algo más que lavar, porque el lavado puede ser superficial, mas el riego penetra hasta el fondo…, lo cual significa que el llanto ha llegado hasta el interior del hombre”. (San Agustín)

 

Estrategia del salmista.

“En el reino de la muerte nadie te invoca y en el abismo, ¿quién te alabará?”
Para un judío el Sheol es un estado como de sopor (Sal 94, 17) y de silencio (Sal 93, 17). Y, sobre todo, un estado en el que hay una existencia separada de Dios, sin posibilidad de alabarle. “El Sheol no te alaba ni la muerte te glorifica” (Is 38, 18).

El salmista que, por vocación de Dios, se siente llamado a la alabanza y ha experimentado la belleza y las ventajas de una vida entregada a la glorificación de Dios, piensa que no puede haber nada más monstruoso que ir al Sheol. El salmista ve que el sentido de su vida está en la alabanza a Dios. Por ella vive y, sin ella, la vida no tiene sentido. No teme la muerte. Sólo teme cortar con el cordón umbilical que le une a su Dios, no poder comunicarse con Él y, sobre todo, no poder ya alabarle.

Pero el salmista no se detiene ahí. Avanzando en su reflexión piensa que también Dios necesita de esa alabanza. Si nadie se acuerda de Dios, ¿quién sería Dios? A Dios no le interesa que yo desaparezca. Pierde un cantor, un adorador. (Pensemos que en esta época no está elaborada la teología del más allá).

La gran apelación: La Misericordia.

El salmista no intenta defenderse. No se rebela contra Dios, sino que acepta su situación, lucha por abrirse camino y encontrar un poco de luz en la noche. Incluso ha usado de estrategias. Pero, en el fondo, lo que le va a salvar es la misericordia. Si el corazón del salmista es un mar de miseria, el corazón de Dios es infinitamente mayor. Y cuando el corazón de Dios se vuelca sobre la miseria del hombre, se produce el milagro de la “Misericordia”.

TRASPOSICION CRISTIANA.

+ Jesús murió en la Cruz recitando el salmo 22. Y en ese salmo aparece el grito del inocente injustamente perseguido. ¡Dios mío! ¿por qué me has abandonado?. ¿Acaso Jesús estaba abandonado de Dios? El que había dicho: ”Padre, pase de mí este cáliz” (Lc.22,42), después de la Resurrección, afirmaba:”¿No era necesario que el Hijo padeciera y entrara en su Gloria? (Lc. 24,26).
+ La escena del salmo es parecida a la de la pecadora del evangelio, criticada por los fariseos. Ella no merece estar con Jesús. La mujer se pone a llorar y a regar con sus lágrimas los pies de Jesús. Y en ese llanto, lleno de ternura, encuentra la paz y la certeza de un perdón. Esas lágrimas no eran inútiles. Eran la mejor expresión de amor. La última palabra ante Dios la tiene siempre el amor.

ACTUALIZACION DEL SALMO

El mundo actual conecta perfectamente con la solidaridad con el dolor humano. Hay cantidad de O.N.G que trabajan para paliar el sufrimiento en el mundo.
Hay jóvenes en España que van gratuitamente a Residencias de personas mayores a darles compañía y hacer más agradables sus vidas

Algún poeta de la actualidad es sentible a este tema del salmo:

“¿Qué vas a hacer, Señor, cuando yo me muera? Tu cántaro soy yo, ¿y cuándo me rompa? Tu bebida soy yo, ¿y cuándo me vierta? Yo soy tu vestidura, soy tu oficio: conmigo pierdes tu sentido”.
(Rainer María Rilke, Libro de las Horas)
«Yo soy tu centro para Ti,
tu tema de hondo rumiar;
tu estancia y tus pensiles.
Si me deshago, Tú desapareces”.
(Dámaso Alonso)

PREGUNTAS.
1. El salmista, desde una situación límite, ha hecho un bonito camino para la fe. Ante situaciones de este tipo, ¿cómo suelo reaccionar? ¿Las acepto? ¿Me resigno? ¿Me rebelo?
2. El salmista ha descubierto con claridad que lo suyo es “alabar al Señor”. Como cristianos, ¿qué lugar ocupa LA ORACIÓN DE ALABANZA en nuestras vidas?
3. ¿Qué esquemas mentales tengo de Dios?
• ¿Me creo que está lejos de mí cuando las cosas me salen mal?
• ¿Me creo que está cerca cuando las cosas me salen bien?
• ¿Le dejo a Dios ser Dios? ¿Sé, como María, fiarme de Él aunque a veces no lo entienda?

Oración

Señor, te necesito.
Hay situaciones, circunstancias y momentos en mi vida en los que me siento hundido: sin horizontes, sin ilusión y hasta sin ganas de vivir. Acudo a Ti, Señor, y te siento lejano. Como si no me escucharas; como si no me hicieras caso; como si yo ya no te importara. Es entonces cuando más ganas tengo de gritarte y decirte: “¿Y Tú, Señor, hasta cuándo?”

“En el abismo, ¿quién te alabará?”
Me encanta, Señor, encontrarme con personas como el salmista, que han hecho de tu alabanza la razón de su existencia. Sólo quieren vivir para poder alabarte. Yo también quisiera encontrar en tu alabanza el sentido de mi vida y la raíz de mi felicidad. Y quiero darte gracias de todo corazón porque, después de tu Resurrección, estoy seguro de que tu alabanza continúa. ¿Qué sería del cielo sin poder alabarte?

“Riego mi cama con lágrimas”
Que el sueño de esta noche me haga despertar a una mañana llena de luz. Que mi jornada esté empapada de tu alabanza. Que mi trabajo esté envuelto en tu música. Y que toda mi vida sea un bonito poema de amor para Ti. “¡El Señor ha escuchado mi súplica!”.

“¡Sálvame por tu Misericordia!”
No quiero acudir a tu justicia, pues me veo pecador; ni tampoco a tu grandeza, pues me siento pequeño. Tampoco me va el apoyarme en razonamientos humanos, pues sabes infinitamente más que yo. Quiero fijar mi vista en Ti, en tu Bondad, en tu Amor, en tu corazón compasivo y misericordioso.

“¡El Señor ha aceptado mi oración!”

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