Se acercó a sus padres con toda su ilusión, había conseguido ser campeona de Aragón. Tantos días de entrenamiento, a veces con frio o con lluvia y en muchas ocasiones con las fuerzas muy justas parece que habían cobrado un sentido para ella. Era el momento de saltar a los campeonatos nacionales.

 

De cara al campeonato de España, al cual se había clasificado, volvió a realizar una excelente preparación. Pero en este caso la clasificación final de la competición fue diferente. Ella fue la penúltima. Entonces llegó la frustración, el sentimiento de desesperación, y la motivación se esfumó.

 

«No quiero seguir entrenando, total para qué.»

 

Esta era la frase que más repetía. Sus padres hablaron conmigo para comentarme la falta de motivación hacia el deporte que había aparecido de repente y sin una causa aparente para ellos. Fue entonces cuando les pregunté, ¿qué marca hizo en los campeonatos de Aragón? A continuación, les consulté de nuevo, ¿qué marca hizo en los campeonatos de España? No tardaron mucho en darse cuenta de por dónde iba. Por muy poco, pero había mejorando la marca en los campeonatos de España.

 

Esta conversación me resulta frecuente, los jóvenes se fijan tanto en las clasificaciones que se olvidan de los resultados respecto a un momento anterior. Siempre les planteo el siguiente problema: por ejemplo, si en un campeonato fuiste primero, y en otro fuiste último, pero mejoraste tu tiempo, ¿en cuál has sido mejor?