Cada 25 de junio, cuando el calendario litúrgico señala la festividad de Santa Orosia, Jaca y Yebra de Basa se convierten en el epicentro de una de las expresiones más intensas de religiosidad popular de Aragón. Entre cantos, paloteados y montañas, el culto a esta santa mártir sigue convocando —con fuerza callada y persistente— a romeros, vecinos, danzantes y creyentes de toda la comarca.
En Jaca, patrona indiscutible y figura querida, Santa Orosia vuelve a recorrer las calles del casco histórico acompañada por el fervor de generaciones. El día comienza con el Rosario de la Aurora (7:00 h), preludio espiritual de una jornada donde el alma del pueblo se hace procesión. A las 9:30 h, en el Portal de Monjas, tiene lugar la solemne recepción de los cruceros de las Tres Veredas por los Cabildos Catedral y Municipal. Desde allí, todos marchan juntos hasta la Catedral, donde el Sr. Obispo preside la Misa Mayor (10:00 h), culminada con la bendición papal.
El corazón de la celebración late después, en la procesión que traslada la urna con el cuerpo incorrupto de la santa por las calles de Jaca. Junto a las autoridades, cofrades, pendones, romeros y danzantes, se detiene el tiempo en la plaza Biscós: allí, el pueblo se postra ante la reliquia y le ofrece flores, plegarias y gratitud. Una segunda misa cierra este momento de veneración compartida.
Pero mientras en Jaca resuenan los ecos solemnes de la liturgia, en la falda sur del monte Oturia otra procesión recorre senderos de roca y silencio. Desde la madrugada, los romeros de Yebra de Basa inician su peregrinación al Santuario de Santa Orosia, en una romería cargada de historia, leyenda y resistencia. La cabeza de la santa, custodiada en un relicario del siglo XVI, asciende por empinados caminos escoltada por cruces parroquiales, estandartes y danzantes.
A las 9:30 h, tras la llegada al Zoque del Puerto, los romeros comparten un almuerzo fraterno. Después, la misa en el santuario (12:00 h) y la veneración de la cabeza marcan el momento culminante. Allí, al son del chiflo y el salterio, los danzantes ejecutan hasta veinte mudanzas, una tras otra, en un lenguaje ritual que une lo humano y lo divino. Por la tarde, la tradicional pastorada, los brindis y el regreso a Yebra (llegada a las 20:00 h) completan el ciclo festivo con una última misa presidida por el obispo.
Entre lo histórico y lo legendario, la figura de Orosia —princesa bohemia decapitada por resistirse a la conversión forzada al islam en el siglo IX— sigue siendo para los jacetanos y vecinos del valle del Gállego un símbolo de fidelidad y consuelo. La tradición cuenta que sus reliquias fueron halladas por un pastor, Guillén de Guasillo, guiado por un ángel. Desde entonces, la santa es invocada contra tormentas, enfermedades y males espirituales.
El rito se mantiene vivo gracias al compromiso de generaciones. Los danzantes de Yebra, jóvenes del pueblo vestidos con traje aragonés y gorro de cintas, encarnan la memoria de una comunidad que no ha dejado de danzar para su santa, incluso cuando la tradición estuvo a punto de extinguirse en los años ochenta.
Este 25 de junio de 2025, Santa Orosia volverá a ocupar su lugar en el corazón del Alto Aragón. Desde Jaca hasta el santuario que lleva su nombre en Yebra de Basa, la devoción tomará forma en cantos, paloteados y silencios compartidos. En cada paso, en cada reverencia, se hará visible una fe que ha atravesado siglos y que hoy sigue convocando con la misma fuerza de siempre. Porque más allá de la historia o la leyenda, Santa Orosia sigue siendo para muchos un rostro familiar en quien confiar, una presencia que acompaña desde lo alto a quienes caminan con esperanza por los senderos de la vida.
