“Soportaos unos a otros con amor. Esforzaos por mantener la unidad del espíritu con el vínculo de la paz.”

San Pablo, Epístola a los Efesios 4, 3

 

En Tibihirine, el mensaje de paz de los monjes del monasterio de Nuestra Señora del Atlas, situado  90 km al sur de Argel, donde siete monjes fueron secuestrados en marzo de 1996 antes de ser decapitados, casi dos meses después.

Todo lo que llega sobre la vida de la comunidad de Atlas en Tibhirine viene cargado de los ejemplos del compartir de la vida entre los monjes y sus vecinos y amigos musulmanes. Lo presenta muy bien la película “De Dioses y Hombres” de Xavier Beauvois. Da la impresión de que las acciones de amistad y hermandad eran más importantes que el diálogo teológico en sí mismo. Que todo se resumiera en el “vivir con”, compartiendo con quienes les rodean. Pero siendo ello muy importante y que distinguió mucho a la comunidad, también había una honda preocupación por compartir las experiencias espirituales y la oración con los musulmanes.

El Padre Christian de Chergé, inicialmente,  tuvo varias experiencias con el Islam de Argelia, que le marcaron profundamente. Partiendo de su infancia en Argelia, donde veía rezar a los musulmanes, al único Dios, pero de una forma diferente a como veía hacerlo a sus padres. Y precisamente en su “Testamento” recoge esa primera impresión, cuando dice:

“Argelia y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma. Lo he proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido, encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio que aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia, precisamente en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes.”

Christian y Christophe

Hubo una experiencia que le marcó profundamente en su juventud, durante su servicio militar en Argelia. Fue la muerte de su amigo Mohammed, el guarda forestal, que le protegió durante un ataque, y al día siguiente fue asesinado por ello.  Ello le marcó tanto que llegó a escribir más adelante: «En la sangre de este amigo, sabía que mi llamada a seguir a Cristo tendría que ser tarde o temprano en el mismo país donde había recibido la prenda del amor más grande».

Ya en la vida monástica, en el momento de su profesión, el padre Christian nos cuenta que hubo unas intervenciones inexplicables de la Providencia, en torno a su relación con el Islam. Uno de estos acontecimientos ocurrió una noche, después del rezo de Completas. Christian se encontraba con un huésped musulmán. Sus voces se mezclaron en la alabanza al Único, recitando juntos la Fatiha y el Padrenuestro.  Fueron tres horas de oración conjunta, que le hicieron saber que era posible. Que Dios quiere una comunidad de oración donde cristianos y musulmanes puedan recibir el espíritu que les une en la noche.

Un proyecto original se desarrolló en el monasterio, y tomó el nombre de “Ribat es-Salam”, que significa “Vínculo de la Paz”, (Haciendo alusión a Efesios 4, 3). Ribat es-Salam, nació en 1979, a la sombra del Monasterio Tibhirine, con algunos hombres y mujeres profundamente arraigados en la Iglesia, incluidos el padre Christian y el Padre Claude Rault, padre blanco, actualmente obispo emérito de Ghardaia. Todos ellos deseaban vivir una solidaridad espiritual y de oración con el Islam, a través de la amistad y la vida cotidiana compartida… Eran  tres los monjes que formaban parte del grupo de Ribat, junto con el prior, los hermanos Christoph y Michel. También formaba parte el padre Christian Chessel  y la hermana OdettePrévost, que también forman parte del grupo de los mártires de Argelia.

En octubre de 1980, un grupo sufí de la Cofradía Alaouiyine, se unieron al Ribat. Ocurrió que el día de Navidad, algunos miembros de zawiya sufí de Medea vinieron a visitar al padre Christian, a través del padre Jean-Pierre, que  era amigo de uno de ellos.  Querían participar en el nuevo grupo. En esta primera reunión le dijeron al P. Christian: «Nos sentimos llamados por Dios para hacer algo junto con vosotros» dijo uno de los sufí.» Pero no queremos participar en una discusión dogmática. En el dogma o la teología, hay un montón de barreras que hechas por los hombres. Sin embargo, nos sentimos llamados a la unidad. Queremos dejar a Dios crear entre nosotros algo nuevo. Y esto sólo puede hacerse mediante la oración. Por eso hemos querido este encuentro de oración con vosotros».

Christian vivió con Ribat el-Salam una experiencia de oración en común y acercamiento al otro.  Primero una búsqueda del otro por el corazón más por el intelecto… buscando queríamos ubicarse como buscadores de Dios con otros buscadores de Dios… nos comprometiéndose también a alimentar la búsqueda de una mejor comprensión del islam, leyendo el Corán y conociendo la tradición espiritual. Y al mismo tiempo viviendo esa especie de coincidencia espiritual entre la vida de monje marcada por la oración de las horas y la vida de los creyentes del islam, que se celebra en el hilo de las llamadas a la oración.

Decía el padre Christian: “Nos situamos como «buscadores de Dios». ¿Cómo entender esto sino como un peregrinaje hacia el Otro bajo el signo de la esperanza?¿Eso no supone dejar a un lado ciertas conocidas seguridades de nuestra fe, arriesgarnos por nuevos caminos, que nos conduzcan juntos hacia el Reino y la comunión de los santos?¿Si el espíritu está en el corazón de cada hombre, no puede cada hombre revelarnos algo del rostro de Dios? Vínculo de la Iglesia, vínculo de humanidad, este vínculo no puede ser más que un “Vínculo de la Paz”. La palabra del apóstol Pablo se nos manifiesta: “Esforzaos por mantener la unidad del espíritu con el vínculo de la paz.” (Ef. 4, 3). ¡Cuántas  veces en el pasado, los hombres buscaron pelea y se odiaron en el nombre de su religión!

¿No debe ella contribuir a unir los hombres entre ellos? Estamos decididamente en ello. En Cristo, Dios ha abierto un nuevo camino “porque Él es nuestra Paz (Ef. 2,14), el que destruyó el odio en su carne”. A los que le siguen y a todos los hombres de buena voluntad, les ha confiado el “ministerio de la reconciliación” (2Co 5, 18). Para abrirnos el camino, él ha dado su vida “amando hasta el final”. Conscientes de que el pecado, odio, división, también están presentes en el fondo del hombre, vamos a trabajar con todo nuestro ser en discernir y resaltar lo que nos une, seguros de que Dios es mayor que nuestro corazón, que nuestras divisiones, nuestras estrecheces y nuestro pecado. Caminando con los creyentes del Islam, no tenemos otra ambición que la de ser cada vez más lo que somos: hijos de Dios y por lo tanto hermanos.”

Es a la sombra de un monasterio, el de Nuestra Señora del Atlas, donde nació  “Ribat el-Salam” el «vínculo de la paz». El propio Islam reconoce en el monaquismo el papel de vigilante, de lámpara en el corazón de la comunidad de los hombres. Dice el Corán:“…mientras que encontrarás que los que están más próximos en afecto a los que creen, son los que dicen: Somos cristianos. Eso es porque entre ellos hay sacerdotes y monjes y no son soberbios”. (Sura 24)

No se puede negar que existe en Europa una difícil relación con los musulmanes, causada la mayoría de las veces por la ignorancia del otro. Tal vez se han cruzado en el barrio o en el metro, pero nunca han construido una relación con un extraño y menos con un musulmán. En la base de nuestras dificultades en Europa, creo que hay una grave falta de las relaciones humanas. Tibhirine debe constituir para nosotros una especie de aguijón porque es prueba viviente de que es posible para los cristianos el vivir en armonía con la población musulmana.