El consiliario de Medios de Comunicación de la diócesis de Barbastro-Monzón, José María Ferrer, entrevista a Óscar Vives, vecino de Zaidín recientemente ordenado sacerdote.
¿Cómo fue tu decisión de ir al Seminario y cuál era tu actividad profesional anterior?
Mi actividad profesional estaba vinculada al mundo de la construcción. Antes de entrar al seminario estaba trabajando como empleado del ayuntamiento de Zaidín.
Más que una decisión de entrar en el seminario, fue un dejarse llevar por este Jesús, que de algún modo había ocupado mi corazón.
Un mundo nuevo se habría ante mí. Desde Jesús toda visión es diferente. Necesitaba alguien que me guiara. Esa persona apareció como un regalo de Dios. Y esa persona la sigo teniendo: mi buen amigo Antonio, el párroco de Zaidín. Antonio encarna la figura del Buen Pastor que recoge la oveja perdida cf Lc 15, 4-6.
Otro gran momento de gran luz fue cuando conocí al Obispo de Barbastro-Monzón, D. Alfonso Milián, vi la ternura de Dios en sus ojos, algo cambió en mi corazón: Jesús me señalaba el camino a través del Obispo. Desde entonces empecé a tener más claro el camino que debía seguir: debía entrar al seminario para seguir la vocación a la que el Señor Jesús me llamaba.
¿Qué es lo que más te costó para adaptarte al cambio de la nueva situaron del seminario?
El seminario no es tan diferente del mundo laboral, ya que tienes una responsabilidad con el trabajo, estudio y los horarios. Pero empezar a estudiar después de tantos años sin haber leído un solo libro, fue muy difícil. Además tenía algo de nostalgia por el trabajo, los amigos y una vida que dejaba atrás.
Pero Dios está ahí. Se hizo el milagro. Y la dificultad del estudio se convirtió en un don, porque me convirtió en un buen estudiante. He sacado los estudios sin dificultad y con muy buenas notas.
Eres una persona joven: ¿qué piensas que puedes transmitir desde tu nueva realidad de sacerdote a los jóvenes de nuestra diócesis?
Jajaja. Vaya pregunta. La verdad es que lo he pensado tantas y tantas veces, que se ha convertido en una de mis mayores preocupaciones. No tengo una receta mágica, pero tengo claro el mensaje: Jesús, Jesús y Jesús. Él es la Buena Noticia; Él es quien nos llama a su encuentro y nos presentó a Dios como Padre “Abbá”; Él se ha entregado por nosotros. Para mí, descubrir a Jesús ha sido un redescubrimiento de la vida, lo mejor de mí mismo. Y eso es lo que intento trasmitir. No hay más. Quien descubre a Jesús se queda con Él. Jesús nos descubre como “los amados de Dios”; los hijos amados de Dios. Que un joven se sienta amado por Dios es lo más grande que se le puede transmitir. Y para eso deben conocer a Jesús en la intimidad de sus vidas, en la oración.
Las redes sociales las están utilizando de manera universal los jóvenes. ¿Qué tres condiciones te parece que son necesarias para que sean útiles y sirvan?
Las redes sociales pueden ser muy útiles para comunicarse, acceder a información y transmitir información. Y eso es muy importante, tanto a nivel estudiantil como laboral; incluso de ocio si se utilizan bien, pero:
- Que no utilicen las redes sociales para hacer daño.
- Que no utilicen las redes sociales para exhibirse y esperar continuamente likes.
- Que no les cree dependencia
Pasando al terreno pastoral, ¿qué actividad pastoral te parece muy necesaria en estos momentos?
Con el sínodo de los jóvenes se puede percibir la preocupación de la Iglesia por ellos. La familia también es una realidad que está siendo atacada constantemente. Y todas las actividades que están volcadas en este sentido son muy necesarias. Se ha de innovar y probar cosas. El Papa nos pide una “Iglesia en salida”; “prefiero una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma”. Son algunas frases que nos deben mover hacia unas acciones pastorales nuevas, creativas, arriesgadas y sobre todo con mucho trabajo.
Pero al margen de todas estas necesidades, veo que más que nunca hace falta acompañamiento pastoral y personal. Es un tema que este curso estamos trabajando a nivel formativo en la diócesis de Barbastro-Monzón.
Muchas veces nos cuesta acoger o nos dejamos llevar por la inercia de apartar a los que se acercan a nosotros: Jesús al contrario acogía a todos, incluso en contra de quienes intentaban callar los gritos de auxilio cf Mc 10, 13. 48. Nos toca imitar al Maestro, es la tarea pastoral más urgente.