Oremos por los difuntos – Carta del obispo de Tarazona para el 2 de noviembre

Vicente Rebollo Mozos
31 de octubre de 2025

El 2 de noviembre, celebramos la Conmemoración de Todos los Difuntos. En este día, recordamos cómo, para llegar al Cielo, tenemos que pasar por la muerte. Es el momento más doloroso de nuestra existencia, pero no lo hacemos solos, Cristo que murió en la Cruz para que tengamos vida, nos acompaña. Rezamos por ellos, con el deseo de llevarlos siempre en nuestro corazón y nunca olvidarlos, porque seguimos sintiendo y necesitando su cariño; rezamos, para agradecerles todo lo que han hecho por nosotros. Cuidar su tumba, llevar flores, rezar ante ella, son esos sencillos medios que nos ayudan a mantener vivo su recuerdo.

Nadie quiere la muerte. La razón humana no la entiende, no encuentra argumentos que nos la expliquen, que nos consuelen; sólo la fe nos ayuda a comprenderla y a afrontarla. Nuestra fe nos enseña que es fruto del pecado. Así nos lo recuerda San Pablo, “porque la paga del pecado es la muerte, mientras que el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús” (Rm. 6, 23); pero, con más fuerza, sabemos que después de morir, Dios nos regala la vida eterna en Cristo Jesús. Esto es tan evidente, que el mismo Jesús se definió como la resurrección y la vida. Así se lo dice a Marta cuando lloraba por la muerte de su hermano Lázaro, “Yo soy La resurrección y la vida el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá Y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre ¿Crees esto?” (Jn. 11, 25-26) Esta verdad es esencial en nuestra fe y, nuestra tarea es creer en este Jesús, Vida y Resurrección, cada día, en especial cuando nos enfrentamos a la despedida de nuestros seres queridos.

El misterio Pascual, Cristo que muere y resucita, es lo que nos da luz para entenderla y es donde descubrimos el sentido de la muerte. La de Cristo ha servido para librarnos del pecado y de la muerte definitiva. La nuestra es un paso que nos identifica plenamente con Cristo y nos lleva a la vida eterna. Podemos preguntar como San Pablo, “¿dónde está muerte tu victoria? ¿Dónde está muerte tu aguijón? Gracias a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (I Cor. 15, 55-56)

Que este día nos sirva para reforzar nuestra esperanza en la vida eterna, para mirar la muerte como un momento de entrega, un paso a la eternidad. Que nos ayude a recordar, con actitud agradecida, a todos nuestros antepasados, que han hecho tanto por nosotros. El mejor recuerdo de agradecimiento que podemos tener por los difuntos es rezar por ellos. En palabras de Francisco “rezar por los difuntos es, sobre todo, una muestra de agradecimiento por el testimonio que han dejado y el bien que han hechoRezar para que alcancen la Vida Eterna de forma definitiva, pidiendo el perdón de sus pecados y la liberación de sus culpas, si en algo han quedado manchada su alma al morir. Rezar por los difuntos es una obra de misericordia que a su vez, fortalece nuestra esperanza en la vida eterna.

Creemos en la resurrección de los muertos y en la vida eterna.

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