El sábado 4 de mayo, iluminada por el sol barbastrense, volvió a salir en procesión la Virgen de El Pueyo en el día de su fiesta litúrgica, fiesta móvil que corresponde al segundo sábado de Pascua. En pleno tiempo de romerías, la Reina de Barbastro,  se vio acompañada por tres de los pueblos que anualmente suben a verla: Morilla, Blecua y Bespén.

Llegados al monasterio alrededor de las 10 horas, fueron recibidos por los monjes con el tradicional «beso de las cruces», y, entrando todos en el Santuario, con una pequeña oración pidieron a la Dueña de casa por los frutos de la entera jornada. Después del almuerzo, cerca de las 12’30 horas, congregados todos delante de la ermita de San José, al pie del monte, se dio inicio a la procesión; el incienso y la cruz procesional de El Pueyo abrieron el camino e inmediatamente después, siguiendo a su Hijo Jesucristo la imagen de la Madre del Pueyo. La seguían el párroco de los pueblos, don Fernando y el rector del Santuario y los tres pueblos con sus cruces y flameantes banderas, que con su presencia era como si pedían la bendición a la querida Patrona. El rosario que animaba la subida unió las oraciones de todos, presentándolas a Dios en la Santa Misa con la cual se dio por concluida la mañana.

    

El día siguió con la comida en la hospedería del monasterio y llegadas las 18’30 horas, nuevamente todos reunidos al pié da la Virgen, para ofrecerle el rezo del Rosario, unos gozos y muestras de cariño por parte de todos. La alegría en el rostro de los romeros, agradecidos por la atención que los religiosos brindan al santuario y el trabajo realizado por la fiesta, es signo claro de que la obra es bendecida por Dios y agrada no poco a la fuente de toda alegría que es María Santísima, siempre dispuesta a colmar con los dones divinos a los hijos que a Ella se acogen. A Ella le encomendamos a todos y cada uno de los peregrinos para que de esta fuente de gracia puedan acceder al único Salvador, nuestro Señor Jesús.

Francesco Lucarelli IVE