Mauricio es de Mendoza (Argentina) y tiene dos hermanos, uno está casado y el otro también es sacerdote. Llegó a la diócesis de Zaragoza hace 11 años y es coordinador de liturgia de los tanatorios de Zaragoza desde hace 8. Con el foco puesto en el día de Todos los Santos, Mauricio habla de esperanza, de vivir con alegría y de las obras de misericordia que se realizan en cada funeral.
¿En qué consiste el servicio que presta? En asegurar que haya siempre sacerdotes para ofrecer los servicios y que esté todo en condiciones para las celebraciones en la capilla. También me coordino con las funerarias y con los administradores del tanatorio.
¿Qué destacaría de la liturgia propia de las exequias? Lo más importante es la celebracion de la Santa Misa. Cristo cambia el mundo muriendo en la cruz en cada Santa Misa para darnos vida eterna, este es el gran misterio de amor. La liturgia nos quiere mostrar esto y hay gente que, a pesar de su dolor, ve más allá, puede transcender y entender este misterio.
Tiene trato directo con los familiares, ¿qué les dice? Todos los sacerdotes tenemos un trato con la familia antes de la celebración para conocer un poco a la familia y comprender si existe alguna situación especial, de manera que el trato sea más personal y no algo mecánico. La familia y los amigos que vienen están viviendo el gran momento de su vida en cuanto a sufrimiento y tengo que atender a esa parte necesitada de ellos. Jesús también consoló a quien lo necesitaba: a los discípulos de Emaús, a María Magdalena, a Marta la hermana de Lázaro… Consolar, transmitir esperanza, es una de las grandes razones de este ministerio que desempeño aquí.
La gente necesita un ritual para terminar el proceso de la muerte que ha comenzado y encontrarle sentido
Supongo que afloran sentimientos o deseos de trascendencia en esos momentos, ¿demandan atención espiritual personas no practicantes? La mayoría de la gente es católica pero no practicante. Sin embargo, todos tenemos una necesidad de respuesta, de encontrar un sentido a lo que nos ha pasado, a la muerte. Por eso la gente necesita un ritual para terminar el proceso de la muerte que ha comenzado y encontrarle sentido. Hay veces que solo recibieron la fe de sus abuelos y ahora en este momento de la muerte, vuelven a nacer a la fe. Dios se vale de todas las circunstancias para acercar a la gente a él. La muerte nos tiene que enseñar a vivir. Encontrar el sentido de la muerte me lleva a la esperanza, a la alegría de vivir, a encontrar a Dios. Nosotros movemos a que recen y a que acepten lo que no se puede cambiar, y sepan cómo seguir de ahora en adelante: ser fuertes, rezar por la persona que ha fallecido. El sentido de la oración de los difuntos es la necesidad de implorar la misericorida de Dios, el perdón de los pecados. Todo esto viene marcado en las liturgias exequiales, para que Dios acoja en su misericordia a quien encomendamos.
Tras todo el tiempo que lleva en esta área, atendiendo a familiares y personas cercanas a los fallecidos, ¿qué consejos daría sobre cómo atenderlos, qué decirles y no decirles? El gran oficio es rezar y acompañar. Rezar por quien ha fallecido y por la familia para que tenga la fortaleza de sobrellevar el dolor, para que encuentre el consuelo de la fe. Y acompañar, que sepan los que sufren que no están solos en el dolor, que hay gente que está allí y los quiere o ha querido mucho a la persona fallecida. También es un momento de valorar la vida de la persona que se ha ido, que la vida es un don de Dios, que esa persona valía mucho como hija de Dios. Yo les digo que hagan una lista y escriban por qué lo querían y que den gracias a Dios por esas cosas. Además, en cada funeral se practican tres obras de misericordia: rezar por los difuntos, enterrar a los muertos y consolar a los que sufren.
Aparte de toda esta labor de consuelo y de llevar esperanza a los que sufren, que no es poco, ¿qué más destacaría de su trabajo en el cementerio? Este lugar tiene un gran contenido de imágenes religiosas, que elevan a la fe en las distintan sepulturas (imágenes de la Virgen del Pilar, del Sagrado Corazón de Jesús…). Se respira mucho la cultura religiosa. En Argentina no tenemos ni la cultura ni el arte de aquí. Allí hacer estas piezas de arte religioso sería carísimo.