Llegué a Manos Unidas por casualidad, como muchas otras cosas que suceden en nuestra vida. En principio realicé pequeñas colaboraciones puntuales que, siendo relacionadas con la docencia, mi campo de acción habitual, no requerían de mucho esfuerzo por mi parte. Poco a poco empecé a conocer al entusiasmado equipo que trabaja habitualmente en la delegación de Teruel, mujeres en su mayoría, que generosamente ofrecen su tiempo para llevar a cabo la encomiable y a su vez dura tarea de hacer de este mundo un lugar más justo y solidario. Una buena parte del tiempo que dura la campaña, las que allí colaboramos nos ocupamos de recaudar fondos de muchas formas posibles para dedicarlos a los proyectos que Manos Unidas va seleccionando en países en vías de desarrollo y, por otro lado, también es importante para la ONG la labor de sensibilización.
Con el tiempo, como he dicho, llegué a formar parte activa de ese equipo, colaborando en acciones puntuales en las que se necesita «mano de obra abundante» y además, me ocupo, junto con otras personas de la organización, de la parte educativa, la cual gira fundamentalmente alrededor del Festival de Clipmetrajes. Dicha actividad propone a los estudiantes la realización de un video de un minuto desarrollado en torno al lema y tema que Manos Unidas propone anualmente, por lo tanto, mi función se podría decir que es fundamentalmente de sensibilización entre los jóvenes.
En el contacto que he ido teniendo con algunos de estos jóvenes, tanto en las charlas de sensibilización como en las entregas de premios y diplomas del festival, he aprendido que hay muchos niños y jóvenes que muestran gran capacidad para ponerse en el lugar del otro y cuyos valores de solidaridad y generosidad van emergiendo y necesitan seguir siendo potenciados. Es por ello que la labor que realizamos desde Manos Unidas con los jóvenes y, por supuesto, apoyados por todos esos docentes que colaboran con nosotros en su día a día escolar, es de gran importancia. En nuestro mundo desarrollado, en el que se vive tan deprisa, a veces no da tiempo a parar y pensar en todos aquellos seres humanos que viven lejos de nosotros y que necesitan nuestra ayuda pues sus condiciones de vida distan mucho de parecerse a las nuestras.
Así pues, Manos Unidas me ha dado la oportunidad de conocer otras realidades que están a muchos kilómetros de nosotros y, a su vez, ofrecer mi conocimiento a niños y jóvenes que en un tiempo pasarán a ser hombres y mujeres del futuro, de ese futuro que nuestra asociación querría ver libre de hambre y ofreciendo condiciones de vida dignas y una educación que haga posible el desarrollo y progreso de los seres humanos en todos los rincones del planeta. Como escuché una vez a nuestra anterior delegada: «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». De esta forma, este trabajo cuyo objetivo está lejano en la distancia cobra sentido en nuestras vidas.
Carmen
Manos Unidas
