La llegada del mes de julio nos dispone a los cristianos a recordar las palabras de María en las bodas de Caná: «Haced lo que Él os diga». Los Hermanos de Santa María del Monte Carmelo nos sentimos orgullosos de recordarlas y compartirlas con el pueblo de Dios, bajo su Patrocinio. Ella es la Señora del «Lugar», como la llamamos nosotros, para resaltar la relación original de los Carmelitas con María, la Madre «del Señor del Lugar», según la expresión medieval. Es decir, como Señora, Patrona, Madre y hermana.
EL LUGAR
El «Lugar», según los escritos y la mentalidad de los señores feudales del siglo XIII, es -el territorio que habitaban los ermitaños, penitentes, peregrinos, cruzados de origen occidental en Palestina-. Los documentos nos dan a conocer que la forma de vida cultural y religiosa y la expresión de fe local se había enriquecido y reforzado por el encuentro de dos influjos al manifestar la fe.
En el Monte Carmelo nace, florece y se expande la experiencia cristiano-mariana de dedicar a la «Señora» el primer oratorio a la Virgen del Lugar y el consiguiente patronato de Ella sobre la Orden. Alberto, Patriarca de Jerusalén, constituyó a los diversos grupos en «Unum Collegium» al entregarles su «Fórmula-Regla» de vida entre los años 1206 y 1214.
Este estilo de dedicación y servicio fue y será la manera de situarse los Carmelitas en aquel ambiente medieval y en los posteriores lugares, de compartir su amor a María en ese territorio y en los lugares sucesivos y actuales. El Carmelo y su influencia de vida fueron y son referencia y fruto del trato de amor y expresión de una relación cercana de aquellos Hijos-Hermanos con la Hermana, Patrona y Madre. Fueron y son experiencia y gracia que tuvieron y tienen como indicadores los rasgos de la vida de María y el estilo de Elías Profeta.
«Un movimiento que surge de la mismísima entraña de la base de la Iglesia, con el encanto de un líder desconocido, quién tal vez, por humildad quiso figurar solamente con la inicial B., para ser uno más en aquel grupo orante de creyentes en Jesús de Nazaret y servidores de Ntra. Sra. Un comienzo sencillísimo y humilde, apenas perceptible, como el hilo del nacimiento de los ríos, luego caudalosos, que fecundan la tierra, como la Orden del Carmen ha fecundado la Iglesia y se mantiene con ese afán» Velasco, B. Historia . El Carmelo Español. BAC. Madrid, 1987.
La oración y la vida «cara a cara», con Jesús, «el Señor». El revestir la «armadura de Dios, para poder resistir las contrariedades, y embrazar el escudo de la fe» el dejarse habitar por la Palabra de Dios y configurarse conforme con ella» (Regla Carmelita), son el reto y desafío que desde hace ocho siglos resuenan como memoria de vida y escuela de «aprender desaprendiendo». Por eso «Los carmelitas viven en obsequio de Jesucristo, comprometiéndose en la búsqueda del rostro del Dios vivo (dimensión contemplativa de la vida), en la fraternidad y en el servicio (diakonía) en medio del pueblo» Constituciones nº. 14.
Así nuestra presencia en los «Lugares» donde estamos, es referencia al evangelio de Jesús. «Este modo de ser y estar «en medio del pueblo» es signo profético de relaciones humanas nuevas, amistosas y fraternas. Es profecía de justicia y de paz en la sociedad y entre los pueblos. Es opción de compartir con los «minores» de la historia, para decir desde dentro, más con la vida, que con la boca, una palabra de esperanza y de salvación». CONGREGACIÓN GENERAL 1980. Cf. Const. 24. Es un releer críticamente nuestra tradición mariana y manifestar con nuestro proceder que Ella ha sido y es la mujer nueva que se deja renovar por la acción del Espíritu Santo, la peregrina en la fe y el reclamo a tener una relación íntima y familiar en la Palabra y permanecer «de pie ante la cruz», fidelidad, en lo bueno y menos bueno. RIVC (2013) 58.
E. Pablo Gárate Carazo, O. Carm.
El 16 de julio, coincidiendo con la fiesta del Carmen, se publicará la segunda entrega de este artículo.
