Los animadores de la comunidad celebraron su Jubileo en la ermita de la Virgen de la Alegría de Monzón

Diócesis de Barbastro-Monzón
19 de octubre de 2025

Cerca de cuarenta animadores de la comunidad, acompañados por sus sacerdotes y encabezados por el obispo de Barbastro-Monzón, se reunieron en la Virgen de la Alegría para celebrar el Jubileo de los Animadores de la Comunidad. El encuentro fue, sobre todo, acción de gracias por la entrega silenciosa de tantos hombres y mujeres que mantienen viva la fe en nuestras parroquias.

Conviene recordar -nunca está de más hacerlo- que los animadores de la comunidad son seglares enviados por el obispo para acompañar a las comunidades donde no siempre puede llegar el sacerdote. Ellos presiden las celebraciones de la Palabra, comparten la reflexión del Evangelio y administran la comunión, alimentando la fe y manteniendo unida a la comunidad cristiana.

La jornada comenzaba en torno al crucero que se alza a los pies de la ermita. Allí se fueron reuniendo los participantes entre saludos, abrazos, sonrisas y anécdotas compartidas. Poco después iniciaron juntos el rezo del Santo Rosario mientras ascendían hacia la ermita, recordando las condiciones para ganar la indulgencia jubilar: peregrinar, orar por el Papa, reconciliarse mediante el perdón y recibir la comunión.

Al llegar a la ermita, se vivieron momentos de recogimiento y reflexión a través de una dinámica de confesiones y la meditación de varios textos evangélicos. Fue un tiempo de silencio y escucha, en el que cada uno pudo poner su vida ante el Señor.

La celebración de la Palaba fue el corazón del encuentro, una ocasión para reflexionar sobre la misión de los animadores, verdaderos testigos del Evangelio en los lugares más pequeños y a veces más olvidados. Tras la comunión, el obispo quiso expresar su profundo agradecimiento “hasta el infinito” por la labor callada y fiel de estos servidores del Pueblo de Dios. “Gracias porque hacéis llegar a todos el pan de la Palabra, el pan de la Eucaristía y el pan de la ternura de Dios”, añadió.

El Jubileo terminó con una comida fraterna compartida por todos los asistentes, en la que se palpaba la comunión, la amistad y la alegría de saberse Iglesia viva que camina unida y esperanzada.

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