Lectio Divina: 6 de febrero de 2024

“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí


1.- Oración introductoria.

Hoy, Señor, quiero darte gracias, necesito darte gracias porque me has liberado de la esclavitud a las leyes, normas y preceptos que tenían los judíos en tu tiempo y que nos querían imponer a los cristianos. Gracias, Señor, por esa frescura, esa fragancia, ese soplo de libertad que has dado a tu evangelio. En realidad, el evangelio que nos has dejado, más que para ser leído es para ser comido, para ser gustado, para ser saboreado.

2.- Lectura reposada del Evangelio. Marcos 7, 1-13 

En aquel tiempo se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, – es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas -. Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. Pero vosotros decís: Si uno dice a su padre o a su madre: «Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro Korbán – es decir: ofrenda -«, ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.

3.- Lo que dice el texto bíblico

Meditación-reflexión

Jesús no duda en derribar este «vallado» que rodea la ley divina para revalorizar así la pura voluntad de Dios.  “Los ritos son acciones que, por causa del cumplimiento exacto de las normas, se constituyen en un fin en sí” (Gerd Teissen). Jesús elige un caso extremo en que un precepto humano puede llevar al quebrantamiento de un mandamiento divino.

 Lo que Dios siempre ha mandado es “amar al padre y a la madre” y ayudarles cuando éstos lo necesitan. Pero había hijos desnaturalizados que, para liberarse de las obligaciones con sus padres, ofrecían a Dios eso que sus padres necesitaban para vivir. A este acto lo llamaban “corbán” es decir, “ofrenda a Dios”. Y así se quedaban tan tranquilos. Jesús no está de acuerdo con ese chantaje. Lo que Dios quiere es que ese dinero se lo den a sus padres que lo necesitan. Más aún, que ofrezcan a sus padres también su tiempo; que los cuiden, los protejan, les ayuden, les escuchen, y “les quieran”.  Es hermoso pensar que Dios no acepta nuestras ofrendas, nuestros sacrificios, “dando rodeos al hombre”.  En toda persona humana está Dios. Y todo lo que hacemos a nuestros hermanos, se lo hacemos a Él (Mateo 25). 

“Su corazón está lejos”. Lo peor que nos puede ocurrir es tener el corazón lejos de Dios. Tener el corazón cerca es dejar que Dios ocupe el lugar que le corresponde: el corazón como sede de mis sentimientos, mis emociones, mis proyectos, mis ilusiones, es decir, dejar en sus manos toda mi existencia.

Palabra del Papa

“Recordemos los grupos que en el tiempo de Jesús querían controlar la gracia: los fariseos, esclavos de las muchas leyes que cargaban sobre las espaldas del pueblo; los saduceos, con sus compromisos políticos; los esenios, buenos, buenísimos, pero tenían mucho miedo y no arriesgaban, terminaban por aislarse en sus monasterios; los zelotes, para los cuales la gracia de Dios era la guerra de la liberación, otra manera de comerciar la gracia.

Pero, la gracia de Dios es otra cosa: es cercanía, es ternura. Esta regla sirve siempre. Si tú en tu relación con el Señor no sientes que Él te ama con ternura, aún te falta algo, aún no has entendido qué es la gracia, aún no has recibido la gracia que está cercana”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 11 de diciembre de 2014, en Santa Marta).


4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)

5.-Propósito. Para luchar contra una religión externa, hoy me comprometo a realizar algo que yo sé que le gusta mucho a Dios. Y lo hago sólo por agradarle.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, me siento muy bien contigo. En ningún momento me siento agobiado por tus leyes o normas cuando sé que son expresiones del amor. Mi norma quisiera que fuera ésta tan elegante que Tú elegiste: “Yo hago siempre lo que al Padre le agrada”.  Obrar por agradarle es algo tan bello y tan sublime que sólo el Espíritu me puede conceder esta gracia. ¡Ven, Espíritu Santo, y ayúdame!

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