Lectio Divina: 20 de mayo de 2020

Raúl Romero López
18 de mayo de 2020

“Cuando venga él, el Espíritu de la verdad,

os guiará hasta la verdad completa”

1.- Oración introductoria.

Señor, necesito que me des el don supremo del Espíritu, ese que nos dejaste, en el momento de tu muerte, cuando tenías el corazón roto. Sin ese Espíritu yo no puedo conocerte, ni descubrir tus palabras en profundidad. Qué mal te conocieron los discípulos durante tu vida mortal. Vivían contigo, comían a tu lado, te escuchaban, pero vivían en una misteriosa lejanía. Cuando te conocieron de verdad fue en Pentecostés. Que hoy sea un pequeño pentecostés para mí.

2.- Lectura reposada del evangelio. San Juan 16, 12-15

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

Cristo se va de la vida sabiendo que todavía le quedan muchas cosas que decir.  Cuando nosotros vemos por primera vez el mar nos quedamos sorprendidos y hasta satisfechos. Y llegamos al pueblo y decimos: ¡He visto el mar! Y, en realidad, sólo hemos hecho asomarnos un poquito al mar. Dios es un mar inmenso que nunca lo podemos abarcar. Y tiene que ser el Espíritu Santo el que nos lance “mar adentro” para conocer nuevos aspectos de Dios. Ante un Dios tan grande y maravilloso sólo cabe la admiración, el asombro, la sorpresa.   Dios concedió a Job la gracia de hacer un viaje con Él, descubriéndole las maravillas de la creación. Al final, Job quedó sorprendido y exclamó: “Hasta ahora sólo te conocía de oídas; pero ahora te han visto mis ojos» (Job. 42,5). Nosotros tenemos más suerte que Job. Dios mismo, a través de su Espíritu, nos invita cada día a realizar el viaje más fantástico: Un viaje hacia el mismo corazón de Dios donde reposa la verdad completa, el amor en plenitud.  “Sólo el Espíritu de Dios conoce lo íntimo de Dios” (1Cor. 2,11). Por eso debemos estar siempre abiertos a la novedad de Dios.

Palabra del Papa

“Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien. Preguntémonos hoy: ¿Estamos abiertos a las “sorpresas de Dios”? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta? Nos hará bien hacernos estas preguntas durante toda la jornada. (Homilía de Pentecostés. (19-mayo-2013) Papa Francisco)

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra meditada. (Guardo silencio)

5.- Propósito: En un momento del día, me retiro, respiro en profundidad y digo: lléname, Señor, de tu Espíritu.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, antes de acabar esta oración, quiero darte gracias por el don del Espíritu Santo. Sin su presencia, mi vida sería superficial, rutinaria, mediocre. Pero con la presencia de tu Espíritu, mi vida se llena de sentido, descubro el significado de tus palabras, de tus gestos, y puedo vivir con ilusión y con esperanza. Con Él puedo decir: ¡Esto no ha hecho más que empezar! Gracias, Señor, por este supremo don del Espíritu Santo.

 Oración resumida del Papa Francisco en época de Pandemia.

“Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe. Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.

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