Lectio Divina: 19 de octubre de 2022

A quien se le dio mucho se le reclamará mucho.

1.- Oración introductoria.

Señor, dame la fuerza de tu Espíritu para profundizar en tu Palabra, para hacerla actual, para escucharla hoy para mí. Y te pido que me hagas comprender que “se me ha dado mucho” y debo responder con generosidad a tanto regalo, tanto mimo que he recibido de Ti. Miro mi vida tejida toda ella con hilos de tu amor y me avergüenzo de lo tacaño que he sido contigo. Pero quiero cambiar y ser responsable. Quiero que mi respuesta esté a la altura de los sueños que Tú, desde toda la eternidad, has tenido sobre mí.

2.- Lectura reposada del Evangelio. Lucas 12, 39-48

Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre». Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: «Mi señor tarda en venir», y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.

3.- Qué dice el texto.

         Meditación-reflexión

En el evangelio, además de las bienaventuranzas ya clásicas hay otras muchas, no menos importantes. Por ejemplo, cuando Jesús dice: “Bienaventurados los que sin ver, creyeren”. Los primeros cristianos necesitaron apariciones para creer, pero Jesús nos habla de una bienaventuranza especial para los que creen, sin necesidad de apariciones. Otra bienaventuranza maravillosa es la que tenemos en el evangelio de hoy: “Dichoso a quien Dios, cuando llegue, encuentre cumpliendo su deber”. El Señor quiere que nuestro encuentro con Él no lo limitemos a lo extraordinario, a lo que se sale de lo normal. Al Señor le encanta encontrarse con nosotros en lo cotidiano, en lo que hacemos cada día, con la mirada puesta en el Padre Dios que cada día nos envía el sol, el aire, la lluvia, y sobre todo, el amor. Hubo un tiempo en la Iglesia primitiva en el que se creía que la última venida del Señor ya estaba cerca. Y por eso se vivía más en el “más allá” que en el “más acá”. Pero fue precisamente el evangelista Lucas el que retrasó esa venida. Desde entonces el mundo se nos ofrece como tarea: debemos continuar la obra de Jesús que “pasó por la vida haciendo el bien”. Lo nuestro es “humanizar” la sociedad abriendo caminos de libertad, de solidaridad, de responsabilidad y de fraternidad. Y esto superando la “cultura del miedo” (J. Delumeau) e imponiendo la cultura del amor y de la alegría.

Palabra del Papa

“Representa una responsabilidad. Y Jesús ha dicho: «Al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más». Por lo tanto, preguntémonos: en esta ciudad, en esta Comunidad eclesial, ¿somos libres o somos esclavos, somos sal y luz? ¿Somos levadura? O ¿estamos apagados, sosos, hostiles, desalentados, irrelevantes y cansados? Sin duda, los graves hechos de corrupción, surgidos recientemente, requieren una seria y consciente conversión de los corazones, para un renacer espiritual y moral, así como un renovado compromiso para construir una ciudad más justa y solidaria, donde los pobres, los débiles y los marginados estén en el centro de nuestras preocupaciones y de nuestras acciones de cada día. ¡Es necesaria una gran y cotidiana actitud de libertad cristiana para tener la valentía de proclamar, en nuestra Ciudad, que hay que defender a los pobres, y no defenderse de los pobres, que hay que servir a los débiles y no servirse de los débiles!” Homilía de S.S. Francisco, 31 de diciembre de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabo de meditar. (Silencio)

5.-Propósito: Vivir este día haciendo lo que tengo que hacer, pero con alegría y amor.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Ya ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy quiero acabar mi oración pidiéndote algo tan sencillo como esto: “Hacer sencillamente en este día lo que tengo que hacer”. Y este mi deber lo voy a realizar no con pereza, no con rutina, no con cara larga sino con una inmensa alegría al saber que así puedo escuchar de tus labios una bienaventuranza que nos puede sonar a nueva: la bienaventuranza de la cotidianidad.

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