Lectio Divina: 1 de abril de 2022

“Los judíos buscaban matarle”

1.- Oración introductoria.

Señor, otro día que vengo a estar contigo, a “escucharte”. A veces te oigo, pero no te escucho; estoy entretenido con mis pequeños problemas, mis gustos, mis caprichos, mi pequeño mundo. Estoy en otro mundo y tengo el corazón lleno de ruidos. Pero yo necesito tu palabra. ¿Qué sería de mí si no me hablaras? Tu palabra es el pan que me alimenta cada día. Dame la gracia de escucharte, y cumplir lo que Tú me dices.

2.- Lectura reposada de tu Palabra. Juan 7, 1-2.10.25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Pero después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito. Decían algunos de los de Jerusalén: ¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que este es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es. Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado. Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Me impresionan las palabras del Evangelio: “Los judíos buscaban a Jesús para matarle”. Y es que la verdad incomoda a aquellos que están anclados en la mentira y hacen de la mentira su medio de vida. Buscar a Jesús para matarlo es intentar “matar la vida”. Jesús ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia. Enemigos de Jesús no son sólo aquellos que matan, que aniquilan la vida, sino también aquellos que están satisfechos con una vida relajada, una vida a medias, una vida sin ilusión, sin esperanza, sin ganas de vivir. Son enemigos de Jesús aquellos que no saben qué hacer con el tiempo. En esta ocasión, Jesús “grita”. La vida es hermosa y debemos acudir a Él porque es “especialista en vida”. Ha vivido en plenitud. Por eso, antes de morir, puede decir con orgullo: “Todo está acabado”. Qué bien se debe morir dando un carpetazo al libro de la vida diciendo ¡Misión cumplida!

Palabra del Papa

“El pasaje del Evangelio que hemos escuchado nos presenta una escena ambientada en el templo de Jerusalén, al final de la fiesta judía de las tiendas, después de que Jesús proclamara una gran profecía revelándose como fuente de “agua viva”, es decir el Espíritu Santo… Los jefes de los sacerdotes habían mandado a los guardias a arrestarlo, como se hace en las dictaduras, pero vuelven con las manos vacías y dicen: “Jamás ha hablado nadie como ese hombre”. He aquí la voz de la verdad, que resuena en esos hombres sencillos. La palabra del Señor, ayer como hoy, provoca siempre una división: la Palabra de Dios divide, ¡siempre! provoca una división entre quien la acoge y quien la rechaza. A veces también en nuestro corazón se enciende un contraste interior; esto sucede cuando advertimos la fascinación, la belleza y la verdad de las palabras de Jesús, pero al mismo tiempo las rechazamos porque nos cuestionan, nos ponen en dificultad y nos cuesta demasiado observarlas. (Homilía de S.S. Francisco, 21 de marzo de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra. (Guardo silencio)

5.-Propósito. En este día voy a aprovechar el tiempo y no voy a perder ni un solo minuto.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, yo te agradezco, de corazón, tus bellas enseñanzas. Me encanta descubrir tus propios sentimientos. Te había observado muchas veces caminando, hablando, incluso llorando, pero nunca te había observado “gritando”. Y, sin embargo, yo necesito que me grites de vez en cuando, que sacudas mi alma, que me despiertes a la vida.

Oración por la paz.

«Señor Jesús, Príncipe de la Paz, mira a tus hijos que elevan su grito hacia ti: Ayúdanos a construir la paz. Consuela, oh Dios misericordioso, los corazones afligidos de tantos hijos tuyos, seca las lágrimas de los que están en la prueba, haz que la dulce caricia de tu Madre María caliente los rostros tristes de tantos niños que están lejos del abrazo de sus seres queridos. Tú que eres el Creador del mundo, salva a esta tierra de la destrucción de la muerte generalizada, haz que callen las armas y que resuene la dulce brisa de la paz. Señor Dios de la esperanza, ten piedad de esta humanidad sorda y ayúdala a encontrar el valor de perdonar». (Parolín, Secretario del Estado Vaticano)

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