El lema para la Jornada por la Vida de este año viene motivado por la reflexión que hacen nuestros obispos, que recuerdan que la vida no es «un derecho absoluto a la libre disposición del criterio humano sino «un don de Dios», y este es el motivo «más profundo» para que sea considerada «una buena noticia». El hecho de que la vida sea un don y una buena noticia «nos invita a acogerla siempre, incondicionalmente». Por eso, dicen, hay que ayudar a las madres a descubrir «que la vida que llevan en su seno realmente es una buena nueva».

Además, los obispos vuelven a reclamar «ayudas efectivas integrales» para que las madres que afrontan un embarazo inesperado «puedan seguir gestando a su hijo sin apuros» y para que las familias «puedan plantearse libre y responsablemente la posibilidad de concebir un nuevo hijo». Del mismo modo, se unen a la petición del papa Francisco para que se prohíba de una vez la maternidad subrogada. Una práctica «deplorable», señala el Santo Padre, que «ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño» y que «se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre». Un hijo «es siempre un don y nunca el objeto de un contrato», nos recuerda el pontífice.

Detalle del cartel de la Jornada por la Vida de este año

En el transcurso de la vida

Los obispos no olvidan que la vida merece su protección no sólo en su gestación y nacimiento sino en todo su tiempo, «especialmente en las situaciones de fragilidad». Así, los obispos denuncian la trata de personas y la esclavitud moderna «porque son claras violaciones de la dignidad humana, ya que reducen a las personas a meros objetos de explotación económica y física». También piden paliar las situaciones de pobreza extrema, «porque son muchos los que no tienen acceso a recursos básicos como alimentos, agua potable, atención médica y vivienda digna». Y exigen revisar «nuestras actitudes hacia las personas migrantes, evitando el desinterés y los prejuicios». Finalmente, denuncian que haya personas en condiciones de trabajo inhumanas, con salarios injustos y falta de derechos laborales básicos, «lo que priva a los trabajadores de su dignidad al tratarlos como meros instrumentos de producción en lugar de seres humanos con necesidades y aspiraciones legítimas». 

Al final de la vida

También en la ancianidad y la enfermedad terminal la vida sigue siendo una buena noticia, lo que implica «tener cuidado para no actuar según el criterio de que en esos momentos la vida ya es una carga pesada que debe eliminarse».