La Hospitalidad zaragozana de Lourdes regresa de Francia

La Hospitalidad Diocesana de Ntra. Sra. De Lourdes, en Zaragoza, cumple casi treinta años. 29 veranos de aventuras, voluntariado y ambiente de familia. En esta ocasión, se ha celebrado la peregrinación más deseada en el conjunto de su historia. Tanto los voluntarios como los peregrinos han tenido que esperar tres años desde la última vez, debido a la pandemia.

Con la presencia de Mons. Carlos Escribano, arzobispo de Zaragoza, y la seguridad y el cariño de Purificación Barco, presidenta de la organización, se ha desarrollado la peregrinación a Lourdes transcurrida desde el 1 al 4 de julio. 300 personas han experimentado unos días muy especiales en Francia, de la mano de la Virgen. 

El consiliario de la Hospitalidad diocesana de Lourdes, Jose Mª Bordetas, junto a voluntarios y sanitarios.

Como eventos en el santuario, destacaron: la Misa de apertura y bienvenida, en la iglesia de San José; la Misa en la Basílica del Rosario, acompañada de la histórica imposición de medallas; el Vía Crucis para «enfermos», en la pradera, paralelamente al de los peregrinos, en el monte; la celebración penitencial, en la iglesia de Santa Bernardita; el paso por la Gruta; el Santo Rosario y procesión mariana de las Antorchas, en la explanada de la citada Basílica; la Misa Internacional, en la Basílica de San Pío X; la bendición eucarística de enfermos y procesión del Santísimo; y el acto festivo final, donde hubo bailes, juegos y muchas risas.

La peregrinación terminó el día 4 de julio, lunes, con una Misa en la Gruta donde la Virgen María se apareció a Bernardita y le dijo «Yo Soy La Inmaculada Concepción» (1858). Antes de regresar, los «enfermos» y algunos voluntarios pudieron disfrutar una ceremonia del agua, que sustituye al clásico baño en las piscinas con «agua de Lourdes», que ahora, tras la pandemia, se encuentran cerradas. 

Estos son los testimonios de Patricia y Mariano, voluntarios que han acudido con ilusión, una vez más, a la peregrinación, aportando su labor como dama y jefe de camilleros, respectivamente.


Mariano Molero. 42 años. Maestro de Ed. Primaria

Como un año más viajaba a Lourdes con mi Hospitalidad de Zaragoza. Este año es muy especial, tras el parón de tres años por culpa la pandemia y porque iba por primera vez como jefe de camilleros. Han sido unos días maravillosos, llenos de ilusión por servir, ayudar y acompañar a nuestros enfermos y de responsabilidad al estar encargado de la preparación de los carros y del traslado de los enfermos a los diferentes actos programados en estos días.

Una de las cosas que voy a recordar con mucho cariño y orgullo es el hecho de TODOS los camilleros y damas que me han ayudado. Ver esa cara de complicidad, alegría, cariño a los enfermos no tiene precio. Por eso solo puedo dar las GRACIAS, en mayúscula, por todo vuestro servicio y entrega.

Pero lo más especial que me llevo es ver a mi hijo Pablo, con cuatro años en su segunda peregrinación, empujando los carros por primera vez, repartiendo agua a los enfermos y recibiendo el cariño de toda la Hospitalidad. Que la Virgen de Lourdes os bendiga y os dé salud para volvernos a ver el próximo año. Ahora sólo queda recordar lo vivido y guardar esta experiencia por siempre en el corazón.


Patricia Pérez. 23 años. Periodista

Siempre me han dicho que cuando se da a los demás lo que se recibe es infinitamente mayor. La experiencia me confirma la afirmación.

Viajar hasta Lourdes es parar en el tiempo. Parar y mirar hacia dentro y hacia fuera, hacia esas personas que con la simple mirada te tocan el alma. Es mirar hacia el corazón de un mismo, que empieza a revelar todo lo que no podía decir en el frenético ritmo de tu vida diaria. 

Lourdes es compartir vivencias, es donde la juventud y la sabiduría de la vejez se juntan. Es encontrar en las personas a las que vas a servir un hombro que no sabías que necesitabas.  

Lourdes son amigos, risas, reflexiones y muchas partidas de cartas. Partidas que se ganan o se pierden pero de las que aprendes de mano de todos los que, rodeándote, abrazan tus heridas.

Lourdes es donde el amor se ve multiplicado y el alma se llena. Una experiencia que guardas en lo más profundo, deseando que llegue el siguiente año para volver a sentirlo.