La comunidad escolapia invita a participar en la eucaristía de acción de gracias por la declaración de venerable del padre Pedro Díez Gil, escolapio, que se celebrará en la Santa Capilla de la Basílica del Pilar el sábado 30 de septiembre a las 11.00 h. Presidirá el padre Pedro Aguado, padre general de las Escuelas Pías.
Contexto
El pasado 20 de mayo, el papa Francisco declaró Venerable al Padre Pedro Díez Gil (1913-1983) escolapio que desarrolló una importante actividad educativa y pastoral desde el Colegio “Escuelas Pías” de Zaragoza. Durante más de cuatro décadas, el centro histórico de la ciudad fue testigo de la humilde labor escolar y sacerdotal de este seguidor de San José de Calasanz. Sus virtudes y fama de santidad han sido oficialmente reconocidas por la Iglesia como paso previo a la beatificación.
La humilde carrera de un pequeño gigante
El Padre Pedro nació en Pampliega (Burgos) el 14 de abril de 1913. De origen humilde, fue el primogénito de una familia de hondas convicciones religiosas. El trabajo de su padre, empleado de ferrocarriles, hizo que la familia se desplazase por varias localidades del norte peninsular. Tolosa y Venta de Baños acogieron al joven Pedro que conoció a los escolapios en su centro del País Vasco. Años más tarde inició la formación en Zaragoza para pasar sucesivamente por Peralta de la Sal, Irache (Navarra) y Albelda de Iregua (La Rioja).
Ordenado sacerdote en 1937 prestó servicio como capellán militar hasta el fin de la Guerra Civil. Acabada la contienda fue destinado al Colegio “Escuelas Pías” de Zaragoza, donde permaneció ininterrumpidamente hasta su muerte, el 14 de diciembre de 1983.
Los años del Padre Pedro en Zaragoza hacen de él un verdadero maño de adopción, pero son, sobre todo, su generosa dedicación a la labor educativa entre los más pequeños y su buen hacer en la iglesia de los escolapios los que le convierten en figura de referenciapara el centro histórico de la capital aragonesa.
Maestro con mayúsculas
El recorrido profesional del Padre Pedro se resume con una palabra: maestro. Formado en el primer tercio del siglo pasado en la vasta tradición pedagógica escolapia, desarrolla su misión a partir de la década de los 40, en unas condiciones socioeducativas marcadas por la situación de la España de la época. Dedicado en exclusiva a la educación de los más pequeños, el Padre Pedro implementó un método revolucionario de lectoescritura, el fonomímico, creado junto al también escolapio Joaquín Erviti Lazcano. Ayudándose de dibujos, gestos y sonidos enseñó a leer y escribir a generaciones de alumnos, que se reconocen orgullosos discípulos del Padre Pedro. El deseo de ofrecer a todos una formación básica se extendió más allá de los muros del colegio, llegando, además del barrio zaragozano de San Pablo, “el gancho”, al deDelicias o a los cuarteles de la ciudad para enseñar también a los soldados. La Medalla al Mérito en el Trabajo concedida años antes de su muerte reconoció la labor docente y sus aportaciones al campo de la innovación educativa.