Opinión

Víctor Vicente

Es hora de saltar como Fosbury

12 de marzo de 2020

En apenas 48h el deporte español ha sufrido una de sus peores lesiones de su historia. Todos sus deportistas han tenido que hacer, repentinamente, un replanteamiento general de sus objetivos, calendario, ciclos de entrenamiento, viajes y resto de organización personal, laboral y familiar que conlleva su deporte, dadas las necesarias medidas de suspensión de pruebas deportivas que han tomado las diferentes instituciones ante la pandemia del Covid19.

Todos los deportistas nos sentimos ahora como cuando sufres una lesión. No sabes cuanto durará, ni si volverás a estar en la forma física que tenías prevista cuando puedas volver a competir. Salvo con la diferencia de no sufrir una lesión física producto del entrenamiento o competición, en el mejor de los casos.

Es momento de adaptarse al cambio, esa competencia que tanto se repite y que evaluamos como adquirida paradójicamente cuando no hay necesidad de adaptarse al cambio. Pero ahora sí que hay necesidad de tomar decisiones, así que estamos obligados a hacerla brillar. Es momento de saltar diferente, como hizo Fosbury.

Siempre que suceden nuevos escenarios repentinos y significativos surge la creatividad de unos pocos que tienen la competencia de adaptarse al cambio como su mejor virtud. Este estudiante de ingeniería norteamericano usó sus conocimientos multi disciplinares para replantear radicalmente la manera de hacer las cosas, sorprendiendo con una perfecta mezcla de simplicidad e ingenio. Dick Fosbury cambió por siempre la forma y mecánica del salto de altura con tan solo 21 años en los Juegos Olímpicos de Méjico en 1968.

Hasta la fecha los saltadores de altura encaraban el listón de forma frontal, con la técnica del rodillo ventral o tijera, que les facilitaba caer de pie o sentados sobre la dura arena. Fosbury realizó un recorrido curvo ejecutando un salto de espaldas de forma transversal. Así, el centro de gravedad quedaba por debajo del listón, por lo que el atleta necesitaba menos potencia en el salto. El uso de la colchoneta facilitó la caída de espaldas al suelo para solventar el problema del impacto en la arena.

Con aquel estilo derrotó a Gavrilov y Carruthers en la final olímpica. Hizo un salto de 2,24 metros que supuso el récord olímpico y cambio la técnica del deporte de forma internacional. Tras popularizarse su salto se retiró joven, no se clasificó para los Juegos de Múnich y continuó sus estudios universitarios, finalizando ingeniería civil. No obtuvo un largo palmares, pero se recordará siempre por ser el deportista que aplicó un cambio tan sencillo como extraordinario.

Es hora de mantener la calma, tomar medidas prudentes, plantear soluciones a cada una de las vicisitudes y de, sobre todo, adaptarse al cambio. Es hora de saltar con Fosbury.

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