TEMAS: #

Domingo 32, tiempo ordinario: 10 de noviembre de 2024

Diócesis de Tarazona
4 de noviembre de 2024

Esa pobre viuda ha echado todo lo que tenía para vivir.

INTRODUCCIÓN

Solo cuando das lo último que te queda, demuestras que confías absolutamente. El primer céntimo no indica nada; el último lo expresa todo. Decía S. Ambrosio: “Dios no se fija tanto en lo que damos, cuanto en lo que reservamos para nosotros”. “El que se pone a la búsqueda de Dios y vende todo lo que posee excepto el último dinero, es un loco, porque precisamente con el último dinero se compra a Dios” (Proverbio chino).

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: 1Re. 17, 10-16.                      2ª lectura: Heb. 9, 24-28.

EVANGELIO

Marcos 12, 38-44:

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.» Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

REFLEXIÓN

“Estando Jesús sentado”. En el evangelio el estar “sentado” significa que Jesús estaba “enseñando”. Y la enseñanza de Jesús consiste en el contraste de la enseñanza de los escribas y la de la pobre viuda. Con los maestros de Israel, Jesús es muy duro: “Ellos buscan ropajes especiales, recompensas sociales, títulos de grandeza, afán por los lugares destacados, y lo que es peor: el enriquecimiento a costa de las pobres viudas. Frente a éstos está una viuda que sólo tiene dos moneditas de cobre y las entrega sin quedarse nada. ¿Quién es el verdadero maestro?  Y dice Jesús: esa pobre viuda, ella es la que nos da la auténtica lección “desde la vida”. Jesús, como Maestro, se ve reflejado en ella.

1.– La mirada de Dios se recrea en lo poco, en lo pequeño. En la viuda de Sarepta se habla de “un poco de agua”, “un trozo de pan”, “un puñado de harina”, “un poco de aceite”, “un poco de leña”. Dios creó a Adán, el primer hombre, con “un poco de barro”. Cuando Dios quiere elegir rey para su pueblo, envía al profeta Samuel a casa de Isaí. Por allí van pasando los hijos mayores, robustos, fornidos, pero no era ninguno de ellos el elegido. Y pregunta Samuel: ¿Ya no te quedan más hijos? Sí, “el pequeño, que está cuidando el ganado”. ¡Ése es! Y sigue el texto: «La mirada de Dios no es como la del hombre. El hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón” (1Sam. 16,7). Y a la hora de elegirse una madre no se va a la sabia Grecia o a la opulenta Roma, sino a Nazaret, un pueblo desconocido dentro de la desconocida Palestina. Y ahí se fija en una sencilla y pobre doncella. ¿Qué ha visto Dios en esta muchacha? “La pequeñez de su esclava” (Lc. 1,48).  Y en el evangelio de hoy se fija en “las dos monedas de una pobre viuda”.

2.- ¡Qué a gusto trabaja Dios con lo pequeño! !Qué cosas tan bellas y bonitas sabe hacer! ¿Qué hizo Dios con la viuda de Sarepta? ¿Acaso le compensó después con grandes bienes? No. Pero le hizo una promesa: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará”. Las riquezas de los ricos se acaban; la fama de los poderosos, se destruye; el corazón lleno de grandezas y de vanidades, se vacía. Pero la vida de aquellos que “tienen alma de pobre” siempre está regada por la “acequia de Dios”. De ahí brota un agua subterránea y misteriosa de felicidad.  Allá en el Templo de Jerusalén, estaba “la cámara del tesoro” con 13 cajas o cepillos, a manera de embudos invertidos para que no los pudieran robar. El número 13 estaba destinado a los holocaustos., donde se quemaba toda la ofrenda. Allí depositó la viuda sus monedas. Podía haber entregado una moneda y guardar la segunda para poder comer al día siguiente. Ella, al ofrecer las dos monedas, ofrece a Dios  el holocausto de su vida:  con su presente y su futuro. Se abandona en manos de Dios. Ella será modelo de fe en todos los tiempos.  La esencia de la fe consiste en “fiarse de Dios”. Como se fio Abrahán, como se fio María “La creyente”. Como se fio Pablo: “Sé muy bien de quien me he fiado” (2Tim. 1,12).

3.– Y yo, ¿Qué le puedo ofrecer a Dios? No ofrezcas “de lo que te sobra” pues estarías todavía en el A.T.  Tampoco te límites a dar cosas sin darte a ti mismo. El Samaritano, si se hubiera limitado a dejarle unas monedas a aquel que estaba medio muerto, se hubiera muerto con unas monedas, pero se hubiera muerto. Necesitaba su persona, su cabalgadura para llevarlo al posadero, su interés por hacerle un seguimiento. No te limites a dar “de lo que tienes” sino “de lo que eres”. Durante la vida has de ir desprendiéndote poco a poco de ti mismo.

PREGUNTAS

1.- ¿Cuándo voy a aprender a dar lecciones con la vida, no sólo con las palabras?

2.– Dios creó el mundo “de la nada”. ¿Le doy a Dios mi nada, para que pueda seguir creando en mí cosas admirables?

3.– Si soy un bonito regalo de Dios, ¿sé hacer de mi vida un don para los demás?

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

Gracias, Señor, por dictarnos

una “lección magistral”:

Obrar con “buena intención”,

sin mentira, de verdad.

También, como a los Letrados,

nos encanta figurar,

presumir, acicalarnos,

brillar más que los demás.

Con los “labios” expresamos

nuestra “religiosidad”

y quizá, en el corazón”.

nos falta la “caridad”.

Jesús alaba a la “viuda”,

modelo de “gratuidad”:

Entregó sus “dos reales”,

dio todo su “capital”

Aunque aquella pobre viuda

pasaba “necesidad”,

puso toda su “confianza”

en el Padre celestial.

!Ojalá; Señor, nosotros

fuéramos un “manantial”,

para ofrecer al sediento

“agua de amor y de paz”.

Haz que, como Tú, seamos

dulce Vino, tierno Paz.

Cuando “da todas las rosas,

es más hermoso el rosal”.

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)

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