Llegó el triste día de la despedida de don Antonio de nuestra diócesis de Teruel y Albarracín. Numerosos recuerdos de estos cuatro años como nuestro prelado, le deseamos lo mejor en su nueva etapa.
«El corazón sangra por donde ama» con esa frase que tantas veces escuchó a don Vicente Jiménez, el arzobispo que lo ordenó en esta misma Catedral de Teruel, comenzó su homilía don Antonio en las dos eucaristías de despedida que tuvieron lugar el pasado domingo.
Los que tuvimos la suerte de asistir a ambas celebraciones no pudimos evitar emocionarnos las dos veces. Fueron dos misas sencillas y cumpliendo escrupulosamente todas las medidas sanitarias, que evitaron que esta despedida se llenase de abrazos, cariños, y demás gestos de afecto que nos pedía el cuerpo para manifestarle nuestro cariño.
Don Antonio en su homilía no quiso olvidarse de nadie, y agradeció a todos su colaboración en estos cuatro años tan intensos en los que hemos querido ser comunidad, orante, peregrina y, por último apostólica:
Siempre hemos intentado sumar, nunca restar, pues en la iglesia todos somos necesarios
+Homilía don Antonio Gómez Cantero
Han sido muchos los recuerdos que fueron aflorando en los asistentes, pero casi todos ellos fueron recogidos en las hermosas palabras de agradecimiento que pronunció don Alfonso Belenguer, o como lo llama don Antonio «mi hermano mayor».
Don Alfonso destaca que: «lo hemos visto contento y muy encariñado con nuestra diócesis», un cariño que era mutuo. En las palabras de don Alfonso, la diócesis, quiere agradecer al Obispo su fe, su alegría y su acompañamiento. Todos hemos recibido a través de don Antonio la ternura de Dios.
Don Alfonso empezó destacando el plan pastoral de estos cuatro años en los que hemos intentado ser comunidad (con los carteles de los tiempos litúrgicos que se encontraban en la entrada).
El Vicario alabó la nueva capilla del Obispado, diseñada por el propio don Antonio, que fue la ventana a la fe en los duros días del confinamiento. Don Alfonso quiso acordarse de mas iniciativas: el silencio de las imágenes; los encuentros con los niños de comunión, jóvenes de confirmación, cofradías…; la nueva renovación de las delegaciones; la Hospitalidad de Lourdes; la obra de teatro sobre Judas; los escritos al ritmo de los acontecimientos; y por último, la nueva cara del Museo de Arte Sacro, el último regalo de don Antonio a su diócesis.
Don Alfonso, en nombre de la diócesis, le regaló a don Antonio, como agradecimiento, un báculo hermoso y sencillo, con su sello y lema episcopal, para que le sirva de apoyo con nuestro cariño en su nuevo caminar, y como dice don Alfonso, recuerde siempre a esta diócesis que fue la primera.