D. Vicente Jiménez, a los sacerdotes, en la Misa Crismal: «Es tiempo de remar mar adentro»

El arzobispo de Zaragoza, D. Vicente Jiménez Zamora, ha presidido este Jueves Santo la ‘Misa Crismal’ en la catedral basílica de Nuestra Señora del Pilar. Una celebración, a la que los sacerdotes han podido unirse a través de la web 24horasconlavirgendelpilar.es, en la que el prelado ha bendecido los óleos de catecúmenos y de enfermos, y ha consagrado el santo Crisma.«Hoy me dirijo a vosotros, queridos hermanos sacerdotes, que este año no podéis estar físicamente presentes en este día tan sacerdotal, para renovar ante vuestro Arzobispo las promesas sacerdotales, que haremos, Dios mediante, en la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote», ha señalado monseñor Jiménez Zamora al inicio de su homilía, en la que ha enviado también un mensaje de esperanza al presbiterio.

«En los tiempos recios y duros que estamos viviendo en medio de la pandemia del coronavirus —ha apuntado—, no cabe el derrotismo y la angustia si estamos fundados en el  amor de Cristo y en su amistad; tenemos que estar preocupados, pero no angustiados y siempre esperanzados, porque sabemos de quién nos hemos fiado».

Tiempo de echar las redes

A pesar de las dificultades, en palabras del Arzobispo, «para el sacerdote amigo de Jesús es éste un tiempo apasionante, tiempo de sementera de sol a sol, tiempo de poner la mano en el arado con decisión, sin titubeos y sin volver la vista atrás; tiempo de remar mar adentro y de echar las redes en el nombre del Señor; tiempo de salir a las periferias, ser Iglesia en conversión pastoral y de puertas abiertas».

Asimismo, D. Vicente Jiménez ha hecho una llamada al compromiso por la pastoral vocacional, en la que los sacerdotes son los «primeros protagonistas». Citando a san Juan Pablo II, ha precisado que «no faltarán vocaciones si se eleva el nivel de la vida sacerdotal, si somos más santos, más alegres, más apasionados en el ejercicio de nuestro ministerio. Un sacerdote ‘conquistado’ por Cristo (Fil 3, 12) ‘conquista’ más fácilmente a otros para que se decidan a compartir la misma aventura”.Óleos de catecúmenos y enfermos

Los aceites bendecidos son necesarios para la celebración de los sacramentos: con el óleo de los catecúmenos, se unge a los que van a recibir el bautismo —niños o adultos—; con el de los enfermos, a las personas mayores o enfermas, en el sacramento de la unción. Con el santo crisma, un aceite mezclado con esencias de plantas aromáticas, no solo se unge a las personas —a los bautizados en la ‘crisma’, a los sacerdotes en las manos, a los confirmados en la frente, a los obispos en la cabeza—, sino también a las cosas, como por ejemplo a los altares en el rito de dedicación.

El aceite utilizado es de oliva y procede del Bajo Aragón. Durante la celebración se contiene en unas artísticas ánforas de plata, confeccionadas en el siglo XV, por encargo del arzobispo Dalmau de Mur. La ‘Misa Crismal’ se celebra habitualmente en la Seo y hace algunos años se trasladó a la mañana del Miércoles Santo para que pudieran participar los sacerdotes, procedentes de todos los puntos de la archidiócesis. Este año, de forma excepcional, ha tenido lugar el Jueves Santo y en la basílica del Pilar.