Estrenamos año con grandes noticias para la humanidad después de un año lleno de incertidumbres y dolor, de aislamientos y abrazos frustrados y nos merecemos alegrías, esperanza, pero de repente cae la ley de la eutanasia. ¡Un mazazo!
¿Quién estaba pidiendo morir en este tiempo de lucha por vivir?
Paradójicamente sale la ley en Navidad, y una navidad que vivimos sin abrazar, sin cantar o jugar pero que queremos compartir para cuidar la vida y estamos felices porque Navidad es nacimiento, es VIDA.
No obligamos a nadie a creer lo que creemos, solo invitamos a vivir en plenitud y pedimos respeto a la vida.
También pido respeto a los profesionales del cuidado de la existencia. Yo no estudié ni dediqué mi vida profesional para acabar con la vida sino para curar, cuidar, acompañar, confortar y sonreír ante el sufrimiento, fundiéndonos, muchas veces, en un abrazo. Los sanitarios hacemos el juramento de Hipócrates, y queremos ser fieles.
Fui llamada a cuidar el vivir y he tenido la suerte de trabajar en Francia, en el Congo, en Calcuta, en nuestro País muchos años recibiendo la vida, cuidándola. Hoy en las cárceles también intento acompañar la vida con ilusión y ganas de avanzar, de volver a la plenitud. Y, créanme, nadie se quiere morir. En ningún idioma.
¡Es tan bella la vida! Sin ser joven amo vivir, quiero vivir.
Y quiero amar porque si las personas se sienten amadas NO piden la eutanasia. También respeto a quien la pide y estoy segura que Dios Padre le recibirá en un abrazo eterno, pero animo a todos a vivir en plenitud porque estoy segura, vale la pena luchar por esa vida plena que Jesús de Nazaret vino a traernos.
Apostemos por el RETO de vivir y cuando llegue el final la paz será nuestra recompensa y nuestro objetivo es la Vida Eterna, Dios Padre. Porque la vida como la materia no se destruye, sino que alcanza su plenitud.
¡Y brindemos con” cava, camarero por favor” . ¡Nosotros queremos vivir!
