Encuentro fraterno y navideño de los sacerdotes de Barbastro-Monzón en la Casa de la Iglesia

Ascen Lardiés
12 de diciembre de 2025

El presbiterio de la Diócesis de Barbastro-Monzón se reunió el pasado miércoles 10 de diciembre en la Casa de la Iglesia de Barbastro para celebrar de manera anticipada la Navidad. El encuentro, que comenzó a las 11 horas con la Eucaristía, sirvió para preparar el corazón y reflexionar sobre el significado del misterio de la Encarnación.

En su homilía, titulada Nazaret era un pueblo pequeño donde quiso enraizarse Dios, Mons. Ángel Pérez Pueyo abordó la humildad y la sencillez como claves del ministerio sacerdotal, inspirándose en la realidad de la diócesis, «pequeña, envejecida, despoblada, periférica, casi invisible».

Don Ángel afirmó que Dios eligió lo pequeño para enraizarse y que la salvación no pasa por la fuerza ni por el reconocimiento humano, sino por la humildad y la pobreza. Recordó las enseñanzas del Papa Francisco sobre la kénosis o abajamiento, y la necesidad de la cercanía y la humildad en el ministerio.

Su homilía destacó el camino de renovación diocesana, que ha forjado un nuevo perfil de presbítero, inspirado en el «estilo propio del taller de Nazaret». Este perfil se corresponde con un hombre recio (de buen carácter, acogedor, alegre y corresponsable), creyente firme (centrado en la Eucaristía y la caridad, capaz de valorar los carismas eclesiales) y pastor santo, libre de ambiciones, disponible, con celo apostólico y vida fraterna.

El ministerio, según este nuevo modelo, es vocacional y se enfoca en que el sacerdote sea más testigo que portavoz, más padre que administrador, y más quien crea comunión que gestor. Su función es «derramar la gracia, bendecir, consolar, anima y sostener, permitiendo que el Evangelio toque la vida».

Como imagen central de la Navidad, el Obispo propuso la idea de la parroquia como un «pesebre vivo» , un lugar humilde donde Cristo puede nacer , y donde «los heridos, los pobres, los que se sienten excluidos» encuentren calor y cercanía.

El Obispo concluyó invitando al presbiterio a vivir desde la «mística de la sencillez» y la «mística de la fraternidad» , y a «hacernos pequeños para que Cristo sea grande en nuestro pueblo».

Los sacerdotes compartieron almuerzo, intercambiaron regalos y se animaron a cantar no pocos villancicos.

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