El lenguaje de la belleza. Carta del obispo de Barbastro-Monzón. 23 de noviembre de 2025

Ángel Pérez Pueyo
22 de noviembre de 2025

La peregrinación de los Coros de la Diócesis de Barbastro-Monzón reunió, como broche de este año jubilar, a quienes domingo tras domingo ponen voz, ritmo y alma a la fe de nuestras comunidades. La fe, cuando se canta, se torna melodía y sabe a gloria, porque el corazón siente antes de que la razón entienda. Vuestro servicio ministerial, tan callado como constante, transforma la rutina en misterio, el silencio en alabanza y la asamblea en comunión.

Vuestro ministerio musical se enmarca hoy en este misterio de amor que se entrega. En medio de un mundo que desafina, vosotros ponéis la armonía del Reino. Un Reino, el de Cristo, que gobierna desde la cruz, con un trono de madera y una corona de espinas; un Reino en el que su poder no oprime, sino que levanta, y su fuerza no humilla, sino que salva.

Vuestro canto rezuma bondad, alegría y unidad. La música litúrgica es el lenguaje universal de la belleza, un tesoro inconmensurable, como expresaba el Papa Benedicto XVI, porque no adorna la liturgia: la revela; no distrae de Dios: lo muestra como fuente de ternura y compasión.

Gracias por los ensayos entre semana, por las voces que sostienen la celebración incluso cuando el templo está casi vacío, por los instrumentos que resisten el frío y por la paciencia humilde de quienes ofrecen tiempo, corazón y alma para que la música sea oración para toda la comunidad.

Si alguna vez desafináis, recordad que en el corazón de Dios no hay notas falsas: solo hijos que, con su vida, ponen música a su amor. Su melodía se torna bálsamo y caricia divina.

Permitidme regalaros estas palabras del poeta y pastor J. Pérez Benedí, que iluminan nuestra fiesta:

«El Señor lleva en sus alas la victoria;/ no teme el viento quien canta en Él./ Dichoso el que en su herida halla refugio,/ porque allí el amor se hace Rey.»

Unimos palabra y canto con el poema martirial Descálzate, compuesto por sor Nazaret, para entrelazar gratitud y memoria, música y testimonio:

«Vosotros, voz y alma del latido de cada comunidad,/ respiración del Espíritu en nuestros pueblos;/ vuestro canto es oración que se eleva,/ luz que revela la fe sencilla de nuestra gente.»

Responded a una sola voz con el estribillo del himno, verdadero eco de esperanza:

«Descálzate, que estás en tierra sagrada,/ tierra regada con la sangre y el perdón…»/ «Seréis los testigos de que sigo vivo,/ y de que no hay nada más grande que mi Amor…»

Cantar a Cristo Rey es servirle; es anticipar el cielo prometido al buen ladrón, que hoy evocan también los mártires del Alto Aragón.

Con mi afecto y mi bendición,

Ángel Javier Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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