Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio del XXXIII Domingo del T. O. – (16 /11/2025)
Hemos escuchado de nuevo al evangelista san Lucas, que hoy nos ha situado acompañando a Jesús en la que fue su última y definitiva subida a Jerusalén. Junto a Jesús venían sus discípulos y más acompañantes; todos estaban sobrecogidos por lo espléndido que el Templo se mostró ante sus ojos y así lo dijeron a Jesús, pero él rebajó su entusiasmo al predecir la ruina de aquel templo, que era considerado una de las maravillas de la antigüedad.
– Me parece que cuando llegaste a Jerusalén dejaste perplejos a tus acompañantes y puede que hasta frustrados -he comentado para empezar a hablar-. Ellos estaban encantados con la calidad de la piedra de aquel edificio y la belleza de los exvotos y tú vas y les anuncias que de todo aquello no quedará piedra sobre piedra.
– La Historia es testigo de que así sucedió. ¿Crees que hubiera sido mejor que me adhiriera al coro de enorgullecidos admiradores del Templo, dejándolos en la ignorancia de lo que iba a ocurrir no muchos años después? -me ha respondido acercándose el café a sus labios-. Los profetas Jeremías, Ezequiel y Miqueas ya habían anunciado la destrucción del Templo porque Israel había roto la alianza con Dios. Antes o después tenía que ocurrir…
– Pero el Templo era el signo de identidad más sagrado de los israelitas. Destruido el Templo, dejaban de sentirse pueblo de Dios y toda su historia y misión en el mundo se les venía abajo. De hecho, cuando Vespasiano y Tito conquistaron Jerusalén para sofocar la última revuelta independentista de los zelotas y destruyeron el Templo, Israel dejó de contar en el mundo antiguo. ¿No hubiera sido posible una intervención divina para evitarlo? -he dicho disolviendo el azucarillo en mi café-.
– Y la hubo -me ha rectificado-. ¿Qué otra cosa fue mi encarnación en las entrañas de María? Fue el gran gesto de solidaridad del Padre con aquel pueblo y con cada uno de vosotros. Yo, su Hijo, soy en todo semejante a vosotros menos en el pecado, pasé por uno de tantos y os acompaño en el camino que lleva a la vida. ¿Ésta no fue una intervención divina verdaderamente espléndida?
– Ya entiendo por qué Lucas, un poco antes de que anunciaras el colapso de Jerusalén, relata que lloraste al acercarte y ver la ciudad y dijiste: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Porque vendrán días en que tus enemigos te rodearán y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita».
– Efectivamente, lloré porque amaba a mi pueblo, a sus gentes, y no se daban cuenta de lo que se les venía encima al no acoger al que el Padre les enviaba.
– Tengo la impresión de que les preocupaba más saber cuándo ocurriría aquel anuncio. Eso y no otra cosa te preguntaron -he añadido-. Pero tu respuesta no fue muy precisa.
– Fue suficiente para que estuvieran prevenidos, pues, como dice vuestro refranero, “a buen entendedor, pocas palabras bastan”. Les dije que no tuvieran pánico ante las desastrosas noticias que les iban a llegar y que cuando les hicieran comparecer antes los reyes y gobernadores por causa de mi nombre, no preparasen su defensa, porque yo les daría sabiduría que ningún adversario podría contradecir.
– Hace falta mucha confianza en ti para vivir serenos fiándonos de tu palabra.
-¿Y qué otra cosa es la fe sino una confianza total? -me ha dicho abriendo las manos y poniéndose en marcha hasta otro día-.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21, 5-19)
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo será eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantoso y grandes signos en el cielo». Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré boca y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
Palabra del Señor.