Nuestra diócesis de Teruel y Albarracín tiene un nuevo servicio que está dando sus primeros pasos, se trata del Centro de Escucha Esperanza, que coordina Enrique Marco Iserte. Tuvimos la oportunidad de entrevistarle para el Espejo de la Iglesia en Teruel.
Hola Enrique ¿podrías contarnos para empezar qué es exactamente un Centro de Escucha o concretamente este Centro de Escucha Esperanza?
En el centro de escucha estamos en contacto con la red de centros de escucha de España, que lo lleva Humanizar, que es un centro de los Camilos, especialista en acompañamiento de personas. Se trata de crear un espacio donde personas que viven una situación, a priori compleja y difícil, puedan encontrar un lugar de ventilación, un lugar de acompañamiento para poder solventar esta situación.
Habrá muchos que se pregunten ¿A qué nos referimos cuando hablamos de situaciones de sufrimiento? ¿Hasta dónde llega el Centro de Escucha?
En principio, es un centro de acogida amplio, pero que habrá temas que necesiten de la persona que acoge derivación a profesionales específicos o recursos que existen. Por ejemplo, si es un tema de sacerdotes, pues está Repara, si es un tema social, derivarlos a Cáritas, si es un tema familiar, pues derivarlo al servicio Alsamic, el servicio que tiene la diócesis de Valencia institucionalizado. En principio, lo que se trata como temas recurrentes, son los procesos de soledad, de duelo, de enfermedad, procesos de situaciones difíciles vividas en pareja o en familia que necesitan primero de una atención, de una escucha, como da nombre al centro, para tener otra perspectiva y desde modelos de acompañamiento. Todas las personas que vayan a participar como voluntarias en el centro, van a tener una formación específica para adquirir criterios de acompañamiento y rigor en lo que acompañamos.
¿Qué diferenciaría un centro de escucha de otros recursos de ayuda psicológica o pastoral?
Lo principal es que no se tratan patologías. Si hay alguna persona que acoge a alguien y se descubre una patología o hay una duda, se derivaría a profesionales. En la sociedad en que vivimos, hay muchas veces una soledad no elegida. Hay personas, estamos viendo datos sociales que evidencian que hay mucho dolor que no se puede compartir. Desde el modelo cristiano de propiciar encuentros posibilitadores, el centro va a ofrecer oportunidades a personas que no ven luz, que están atascadas, que viven un momento de colapso. Y se encuentran un hermano o una hermana que desde este carisma, propicie el desahogo y también la receptividad para que tengan otras perspectivas sobre realidades que cuando la persona nos enrocamos las vemos como insalvables o irresolubles.
¿Qué profesionales forman parte de este equipo?
En principio está llamado a personas que sientan la vocación de acompañamiento. Si son personas que tienen una formación ya previa profesional, desde el mundo de lo social, desde el mundo de la terapia, desde el mundo de la psicología, pues bienvenidas, además, hay un proceso sistematizado de supervisión, de forma que la persona que atiende a alguien no se sienta abrumada por una situación que le parece compleja. Tenemos el apoyo del centro local, de nuestra diócesis y también de la red, que cuenta con infinitos recursos para poder atender cualquier dificultad retadora.
¿Se puede aprender a ser «escuchador»?
La buena noticia es que sí, que afortunadamente el ser humano puede darse la oportunidad de tomar destrezas que le den la competencia de ser una persona escuchadora.
Porque escuchar es algo más que simplemente oír lo que alguien nos cuenta.
Sí, desde luego así es. Dicen que el 42 % de nuestra vida la pasamos escuchando, 32% hablando, 16 % leyendo y 10% escribiendo. Y si vemos en nuestra historia el tiempo que nos han dedicado a aprender a leer, escribir y hablar, y nada a escuchar. La escucha es la habilidad relacionada con la empatía, que para el cristiano es la compasión, y es la función más terapéutica, ser capaces de sostener lo que está viviendo una persona y muchas veces la persona no necesita nada más. Desde la absoluta compasión, desde el no juicio y desde los criterios de una buena escucha, se atiende esta necesidad vital.
Teruel es muy pequeño y a veces tenemos prejuicios. ¿Puede ser una dificultad el hecho de vivir en un sitio pequeño?
Es una dificultad que tenemos que empezar a salvar y también que desde el contexto de confidencialidad, que por supuesto es la cobertura principal que tiene este servicio, además hay una frase que dice que los milagros son cambios de conciencia, entonces, muchos cambios de conciencia se producen en encuentros en que la persona es capaz de ampliar la perspectiva que tiene ante una situación. Y es lo que aquí se trata de propiciar, que es el modelo de Jesús, propiciar encuentros para que se produzcan situaciones sanadoras. La sociedad turolense nos demanda con datos, con situaciones que estamos viviendo que son dramáticas y otras tantas silenciadas, que, por lo menos, por parte de la diócesis, pongamos al servicio de cualquier persona, algo que consideramos que es fundamental en este momento.
¿Qué tendría que hacer cualquier persona que pudiera necesitar este servicio?
Actualmente estamos en el proceso de crear sensibilidad de este recurso. Y, a través de los contactos que vamos a facilitar, a través de las parroquias, cartelería, los medios de la diócesis, que se pongan en contacto con nosotros para buscar el espacio en que podamos encontrarnos .
Sabemos que este servicio va a dar muchos frutos , y nos sentimos todos reconfortados al saber que nuestra diócesis, nuestra iglesia particular, cuenta precisamente con un instrumento que nos acerca tanto al humanismo cristiano, a la cultura del cuidado, con esa promoción de la responsabilidad y de la dignidad humana.
Muchas gracias, que sigamos teniendo espacios para compartir. Gracias por contribuir a la difusión.