Hoy Lázaro tiene muchos rostros. Carta del obispo de Barbastro-Monzón. 28 de septiembre de 2025

Ángel Pérez Pueyo
28 de septiembre de 2025

Tu hambre me duele en las manos,
tu herida me quema los ojos.
No hay banquete que me sacie
si no te comparto mi pan.

(Cf J. P. Benedí)

Hay palabras que nos atraviesan el alma, nos incomodan, nos hieren, no nos permiten seguir instalados en la comodidad, en la rutina, en la mediocridad.

Como si la parábola del rico y de Lázaro que se narra en el evangelio no fuera un relato lejano ni un recuerdo piadoso sino un espejo que refleja la verdad de nuestra diócesis, de nuestros pueblos o ciudades, de nuestros barrios, de nuestras conciencias.

El drama no es tener o no tener, sino permanecer indiferentes. Al rico no se le condena por sus banquetes, sino por no saber mirar, por vivir anestesiado ante el sufrimiento del hombre que yace a su lado. Ese peligro nos acecha también a nosotros. Nuestro mayor pecado no es cometer grandes crímenes sino pasar de largo.

Hoy “Lázaro” tiene muchos rostros: el del inmigrante que duerme en la calle, la anciana que está sola, el joven que se siente enganchado, la familia que no llega a fin de mes. No se trata solo de dar limosnas para tranquilizar nuestra conciencia, sino de dejarnos herir por su dolor y abrir la puerta. Constituirnos en bálsamo y caricia de Dios

El Evangelio sigue siendo en el mundo actual un grito contra la anestesia del alma. La vida no se juega en los ritos repetidos ni en las palabras correctas, sino en la capacidad de compartir el pan, de romper distancias, de reconocer en el otro un hermano.

Quizá no podamos cambiar el mundo pero sí podremos tener un gesto de ternura, una escucha sincera, una mesa más amplia. El Reino de Dios comienza cuando nos atrevemos a llamar injusticia a lo que la sociedad ve como normal, cuando entendemos que lo que poseemos solo cobra sentido si compartimos con el que te necesita.

El Evangelio no amenaza, invita. No condena, despierta. Nos urge a pasar de la indiferencia a la fraternidad, de la comodidad a la compasión. Este tiempo es hoy. Afuera, todavía, alguien te está esperando.

Con mi afecto y mi bendición,

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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