El Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española (CEE), perteneciente a la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social, ha expresado públicamente su apoyo a la marcha «Salvemos el mundo rural agredido», que se celebrará en Madrid el próximo 5 de octubre y que está coorganizada por el Movimiento Rural Cristiano.
En su comunicado, el Departamento denuncia la despoblación estructural que desde hace décadas afecta a los pueblos de España. Entre las principales causas señala la falta de oportunidades laborales y la carencia de servicios esenciales—educación, transporte o sanidad—, enmarcadas en un modelo económico que contempla el medio rural únicamente como un almacén de recursos a explotar, sin tener en cuenta los costes sociales, culturales y medioambientales que ello conlleva.
Para los responsables del área, este enfoque ha llevado al abandono progresivo de aldeas y pequeños municipios, con el consiguiente empobrecimiento del tejido social y comunitario. “El sistema actual no favorece la vida ni la cultura del territorio rural”, subrayan, al tiempo que reclaman políticas decididas que reviertan esta tendencia.
La voz de los obispos de Aragón
Este posicionamiento conecta con la última carta pastoral conjunta de los obispos de Aragón, publicada con motivo de la fiesta de San Isidro Labrador de 2024. En ella, los prelados recordaban que “el mundo rural no es una realidad secundaria ni prescindible”, sino “un bien común que debemos cuidar entre todos”.
En ese texto, denunciaban también las consecuencias de la despoblación y la falta de servicios, alertando de que “sin apoyo real y sostenido, nuestros pueblos corren el riesgo de quedar convertidos en meros escenarios vacíos”. Al mismo tiempo, subrayaban el valor de la vida en el campo como ámbito privilegiado para custodiar la creación, transmitir la fe y sostener la identidad cultural de las comunidades.
Conversión ecológica integral
La marcha «Salvemos el mundo rural agredido» busca precisamente visibilizar estas problemáticas y reclamar un cambio de modelo que ponga en el centro a las personas y no solo a los intereses económicos.
Con su respaldo, la Iglesia en España recuerda que no se trata solo de una protesta, sino de una llamada a la conversión ecológica integral, como pide el papa Francisco en Laudato si’: unir desarrollo humano y cuidado de la creación en un sistema económico orientado al bien común.
De este modo, las comunidades rurales no solo deben sobrevivir, sino convertirse en espacios vivos, sostenibles y de esperanza, capaces de seguir aportando riqueza cultural y espiritual al conjunto de la sociedad.