Carta del obispo de Tarazona, domingo 21 de septiembre – Parroquia evangelizadora

Vicente Rebollo Mozos
19 de septiembre de 2025

Con el inicio del nuevo curso escolar, nuestras parroquias retoman su actividad habitual. Durante el verano su principal ocupación ha sido celebrar fiestas patronales o de otra índole, otras, pocas, han podido celebrar matrimonios, bautizos y funerales y, en todas, eucaristías dominicales y diarias.  Sin ser exhaustivo, esto es lo que ha ocupado la actividad parroquial.

Ahora es tiempo de programaciones pastorales, comienzo de la catequesis y de las actividades de los distintos grupos, otras celebraciones litúrgicas, atención a la caridad, reuniones, encuentros, todo lo que conlleva una parroquia viva y evangelizadora.

San Juan Pablo II decía que “la parroquia sigue siendo un organismo indispensable, de primera importancia en las estructuras visibles de la Iglesia, para hacer de la evangelización el pivote de toda la acción pastoral” Exhortación apostólica Catechesi Tradendae, (67); Discurso a la Plenaria de la Congregación para el Clero, (1984). Benedicto XVI decía que la parroquia “es un faro que irradia la luz de la fe y así responde a los deseos más profundos del corazón del hombre, dando significado y esperanza a la vida de las personas” (Homilía 10 diciembre de 2006) Y Francisco En su encíclica Evangelii Gaudium afirmaba que “la parroquia a través de todas sus actividades alienta y forma a sus miembros para que sean agentes de evangelización” (28).

Son palabras del magisterio que definen la parroquia y su actividad, pero, quizás puedan generar falta de esperanza y hasta frustración cuando miramos nuestras parroquias pequeñas, con poca participación y poca actividad. Nos queda con frecuencia la sensación de que a pesar de los múltiples esfuerzos que se hacen no conseguimos responder adecuadamente a las personas, nos cuesta transmitir una fe atrayente y que genere compromiso entre nuestros fieles.

Quisiera transmitiros unas palabras de aliento y ánimo a todos los que conformáis el día a día de las parroquias, los que soy responsable de actividades y en especial a los párrocos. Tenemos que ser personas de esperanza, de ánimo nuevo, para poder entusiasmar a los demás. Conocedores de nuestras limitaciones, tenemos que sentirnos servidores del Reino, al servicio del Espíritu que sopla cuando quiere y como quiere, (Jn 3,8).

Como decía San Pablo a los corintios “yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer. Nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros campos de Dios” (I Cor 3, 6-8). Nosotros somos pobres instrumentos, indignos, al servicio del Reino, y con esta humildad, trabajamos con la esperanza de que crezca, como las semillas que se plantan y luego dan mucho fruto.

De forma telegráfica, permitidme que os recuerde unos principios muy básicos para nuestra vida parroquial:

  • El centro de nuestro anuncio es Cristo, Él es el protagonista.
  • Vivamos la acogida fraterna, para que sean comunidad.
  • Apoyados en la Palabra de Dios, que es fuente de vida.
  • Que nuestras celebraciones litúrgicas sean vivas, hagan crecer nuestra fe y nos lleven al compromiso de vida.
  • No descuidemos la formación de todos, que sea sencilla, atractiva y útil.
  • Que la caridad sea parte imprescindible de nuestra vida parroquial. Estar atentos a los alejados y viviendo desde la corresponsabilidad y con espíritu sinodal.

Mucho ánimo y fuerza, somos pobres instrumentos, pero el Señor no nos abandona.

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