Carta del Arzobispo de Zaragoza: Fiesta de san Pedro y san Pablo

Carlos Escribano Subías
27 de junio de 2025

El Papa es una figura central en la Iglesia católica y el día 29 de junio, fiesta de San Pedro y de San Pablo, nos lo recuerda cada año. El Papa es el Sucesor del apóstol Pedro, el primero de los Doce, a los que Jesús eligió para estar con Él y para enviarlos a la misión. A San Pedro, Jesús le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará” (Mt 16,18). Sobre la fe de Pedro quiso el Señor Jesús edificar su Iglesia. Este año esta fiesta tiene una connotación especial. El fallecimiento del papa Francisco, sentido por la Iglesia y el mundo, y la elección de León XIV como nuevo Pontífice, nos ha movido a dar gracias a Dios por el don del papado en la Iglesia y por las personas que han ocupado y ocupan este ministerio. 

El oficio que Cristo entregó a San Pedro, por voluntad del mismo Señor, subsiste en sus sucesores, los Obispos de Roma, a través de una cadena ininterrumpida, de modo que el papa León XIV es, como Pedro, Vicario de Jesucristo, Pastor de toda su grey y cabeza visible de la Iglesia. Este es el fundamento y la razón del respeto, la veneración y el amor que debemos profesar al Papa. El amor al Papa y el “sentir” con el Papa han sido siempre un signo distintivo de los católicos, como lo ha sido también la acogida y la adhesión a sus enseñanzas. Desde esa catolicidad nos hablaba el papa León en la homilía de inicio de su pontificado: “Con este espíritu de fe, el Colegio de los cardenales se reunió para el cónclave; llegando con historias personales y caminos diferentes, hemos puesto en las manos de Dios el deseo de elegir al nuevo sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, un pastor capaz de custodiar el rico patrimonio de la fe cristiana y, al mismo tiempo, de mirar más allá, para saber afrontar los interrogantes, las inquietudes y los desafíos de hoy. Acompañados por sus oraciones, hemos experimentado la obra del Espíritu Santo, que ha sabido armonizar los distintos instrumentos musicales, haciendo vibrar las cuerdas de nuestro corazón en una única melodía”.

Si todos los días hemos de orar por la persona, ministerio e intenciones del Papa, mucho más debemos hacerlo en esta solemnidad en nuestra oración personal y en las celebraciones eucarísticas de nuestras parroquias y comunidades. Este día además las colectas de todas las misas son para el Papa, para que él tenga los recursos suficientes para extender la caridad a toda la Iglesia, para el anuncio del Evangelio, la unidad de la Iglesia, la promoción del desarrollo humano integral, la educación en la fe, la paz en el mundo, la fraternidad entre los pueblos, las obras caritativas en favor de los más necesitados. Esta ayuda material al Papa se llama el “Óbolo de San Pedro”, la limosna, el donativo que damos directamente al Papa. “El Óbolo de San Pedro –escribió el papa Benedicto XVI- es la expresión más típica de la participación de todos los fieles en las iniciativas del Obispo de Roma en beneficio de la Iglesia universal. Es un gesto que no sólo tiene valor práctico, sino también una gran fuerza simbólica, como signo de comunión con el Papa y de solicitud por las necesidades de los hermanos”.

Os animo a vivir con especial intensidad este año la Solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo. A ellos les encomendamos especialmente al Papa León XIV y a toda la Iglesia.  

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