Pentecostés, día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar – Carta del obispo de Tarazona

Vicente Rebollo Mozos
6 de junio de 2025

Este domingo celebramos la fiesta de Pentecostés, el final de la Pascua y el inicio del tiempo de la Iglesia. Cuando Jesús sube al cielo encarga a los apóstoles continuar con su tarea evangelizadora, anunciando la salvación a todas las personas y por todo el mundo. Para ello, les había prometido el envío del Paráclito, la fuerza de lo alto que les enseñaría a transmitir todo lo que Él les había enseñado. Esa promesa se cumple el día de Pentecostés y desde entonces, todos los creyentes, por el bautismo y la confirmación, tenemos la fuerza del Espíritu en nuestras vidas para ser parte activa de la Iglesia, con la misión de extender el Reino de los Cielos. Celebrar hoy el día de Pentecostés es recibir de nuevo el impulso del Espíritu Santo para recordar que somos Iglesia, que somos enviados a anunciar la Buena Noticia a todas las personas.

El lema de este año dice que somos “testigos de esperanza en el mundo”. Su significado lo explican los obispos en el mensaje para esta jornada, “San Pablo, en el capítulo cinco de la Carta a los Romanos establece una relación íntima entre el camino de la esperanza y la presencia del Espíritu. El itinerario que conduce a la experiencia de la esperanza no carece de dificultades que solo podremos superar gracias al amor de Dios, comunicado personal e interiormente a cada creyente por el Espíritu Santo”. El compromiso evangelizador de cada creyente nace de sentirnos amados para darnos y de descubrir en nuestro interior la fuerza del Espíritu.

Este día celebramos el día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar para recordarnos nuestra vocación laical, nuestra misión de ser testigos de esperanza en el mundo. Esta vocación la hemos recibido cada creyente de forma individual, pero se vive y se ejerce mejor en grupo; por medio de los movimientos apostólicos como la Acción Católica y otros tipos de apostolado asociado.

El documento final del Sínodo nos concreta esta vocación, “en la comunidad cristiana todos bautizados están enriquecidos con dones para compartir, cada uno según su vocación y condición de vida. Los cristianos están llamados a contribuir tanto a la verdad de la comunidad cristiana como al desarrollo de la sociedad en sus múltiples dimensiones, mediante una adecuada pastoral vocacional” (57).

Realizamos nuestra vocación sembrando esperanza en el mundo, en especial entre los más débiles, como dice el Concilio Vaticano II, “la primera tarea de los laicos hombres y mujeres es impregnar y transformar las realidades temporales con el espíritu evangélico” (LG 31) O con palabras del sínodo, “cada bautizado responde a las exigencias de la misión en los contextos en los que vive y trabaja desde sus propias inclinaciones y capacidades, manifestándose la libertad del espíritu en la concesión de sus dones” (58).

Para realizar esta tarea se necesita estar formados. La iglesia en España ofrece la Acción Católica como cauce adecuado para formarnos, teniendo como referencia fundamental la Doctrina Social de la Iglesia. (Mensaje de los obispos),

Que María, Madre de la Iglesia, nos ayude a todos a abrir nuestro corazón al don del Espíritu Santo y nos dé fuerzas para asumir el camino del compromiso cristiano.

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