No es la fiesta del Espíritu Santo.
Es la fiesta de la VENIDA del ESPÍRITU SANTO.
No hay en la liturgia de la Iglesia una fiesta dedicada al PADRE
Ni una fiesta dedicada al HIJO.
Tampoco una dedicada al ESPÍRITU SANTO.
En la liturgia de la Iglesia no se celebra a DIOS, sin especificar las Personas Divinas y su acción propia.
Se celebra la ACCION de DIOS en la historia. La HISTORIA DE SALVACIÓN realizada por las tres Divinas Personas cada una desde su misión específica.
El P. Jean Galot afirma: «El número de las fiestas particulares de los santos y santas no ha deja lado de crecer, mas hasta ahora no existe ningún día de fiesta especialmente dedicado al Padre. Hemos observado que el nuevo culto inaugurado a Jesús consiste en una adoración del Padre: más todavía, no existe ningún día en el cual esta adoración se refiera especialmente a la persona del Padre. Es todavía más sorprendente cuando se manifiesta en la humanidad de hoy una convicción creciente del valor de la paternidad.
En el pasado se quiso instaurar una fiesta del Padre. En el siglo XVII, por ejemplo, el rey de España Carlos II se dirigió a Roma en el 1684 con una petición para obtener, por lo menos para España, o para toda la Iglesia, la institución de una fiesta especial del Padre. A esta petición se asociaron unos treinta Obispos en 1694.
Un cierto número de Congregaciones del Padre fueron fundadas y quisieron celebrar la fiesta; la celebración ya era introducida en Tarazona en España, y en Tours en Francia. Sin embargo, la petición no fue acogida por la Congregación de ritos.».[1]
Un ejemplo, realmente claro, de que celebramos la acción de las Divinas Personas y no las Personas sin su acción, es este himno de la Liturgia de las Horas de la semana anterior a Pentecostés:
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Esta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.
Esta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.
Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.
Evidentemente: si celebramos la acción estamos celebrando también a las Personas que las realizan.
La liturgia cristiana no celebra afirmaciones teológicas ‘sin carne’, sin concreciones en la historia y para la vida de quien cree y ora.
Celebremos a quien
pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.
[1] https://www.dioepadre.org/wp-content/uploads/4Galotesp.pdf. Consultado 3 junio 2025