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La plaza de San Pedro, testigo de las oraciones y gratitud al papa Francisco

Diócesis de Barbastro-Monzón
1 de mayo de 2025

Jaime Cruz, sacerdote de la Unidad Pastoral de Barbastro, pudo despedir al papa Francisco en Roma y reflexiona, en estas líneas, sobre su papado

El papado ha sido, desde los orígenes de la Iglesia, una institución importante dentro de la ministerialidad del pueblo de Dios. El mismo Nuevo Testamento pone de relieve al apóstol Pedro y le designa una importantísima responsabilidad: confirmar en la fe a los hermanos (Cfr. Lc 22,32), apacentar las ovejas de Dios (Cfr. Jn 21,15-17).

Ahora bien, el ministerio petrino no siempre se ha entendido de la misma manera, pero siempre ha servido para mantener la comunión eclesial y ha animado a la Iglesia a caminar en la fe y los valores auténticamente cristianos. Cada pontífice ha sido un regalo de Dios para la Iglesia y, nuestro siglo, ha sido bendecido con hombres sabios, santos y diferentes que han ejercido el papado con un espíritu de fe, servicio y amor inmenso a Dios y a la humanidad.

Hace doce años, Dios proveyó a su Iglesia con un nuevo Papa que, traído a Roma de los confines del orbe, se convirtió en maestro elocuente, no sólo por su magisterio sino, también, por sus signos sencillos que pronto mostraron al mundo el rostro pobre y servicial de la Iglesia. Hoy, la Iglesia y el mundo entero se detienen ante la muerte de un hombre que sirvió con fidelidad al pueblo de Dios y fue un faro de esperanza para millones de personas. La plaza de San Pedro se ha convertido en testigo de los miles de peregrinos que, venidos de todas las latitudes de la tierra, han querido orar y agradecer al Papa Francisco por su amor y servicio a la Iglesia y a la humanidad.

Un gran pontífice ha partido al cielo justo en un año jubilar en el que los fieles estamos invitados a reflexionar sobre la esperanza cristiana: Cristo vendrá de nuevo y con él, unos cielos nuevos y una tierra nueva. El Papa Francisco ha muerto en la octava de pascua, el “gran Domingo” en el que la Iglesia recuerda que Cristo, inmolado por amor, ha sido resucitado por el Padre: la muerte ha sido vencida. Así, la muerte del Papa se convierte en el último signo de este peregrino de la esperanza que, hasta su último suspiro, vibró de amor por Dios, la tierra y todos los hombres, especialmente los pobres y marginados.

¡Gracias, Papa Francisco! Y que Dios conceda a la Iglesia un nuevo pontífice que, continuando la senda de santidad del apóstol Pedro y tantos de sus sucesores en el ministerio petrino, confirme en la fe y la caridad al pueblo santo de Dios.

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