Opinión

Juan Ramón Royo García

San Antonio de Padua y Zaragoza

11 de junio de 2025

Si quieres milagros, mira… Así comienza el famoso responsorio de san Antonio de Padua (1195-1231), “el santo del todo el mundo”, nacido en Lisboa y muerto en Padua, franciscano después de ser canónigo regular y doctor de la Iglesia desde 1946.

Es patrón de Alagón (con iglesia que fue de los jesuitas), Gallur, La Muela (con ermita desde 1711 y cofradía fundada en 1713) y Sobradiel (con ermita que perteneció al señor temporal del pueblo, el conde de Sobradiel. En La Almolda tiene una capilla cuyo culto estaba a cargo, a mediados del siglo XIX, de los vecinos de su calle, dos de los cuales se encargaban de forma especial en calidad de mayordomos. Entre otras, se conocen la cofradía de calceteros, sastres y juboneros establecida en el convento zaragozano de San Francisco desde 1442, la de Cariñena fundada en 1603 y la de Longares, formada por maestros de diferentes oficios en 1762. Su culto ha sido difundido en el siglo XX por los capuchinos, establecidos desde 1928 en el barrio de Torrero, que pertenecía a la parroquia de Santa Engracia (diócesis de Huesca hasta 1956), en particular desde su parroquia creada en 1965, y por los franciscanos presentes desde 1938 en la margen izquierda del Ebro, en el barrio de Jesús.

Entre la producción bibliográfica zaragozana sobre él hay que citar dos piezas de oratoria  El exaltado cedro en el encumbrado líbano de la iglesia, S. Antonio de Padua, pronunciado en el convento franciscano de Calatayud por fray Jerónimo Lorte y Escartín (1677)  y el  Sermón… dicho en su Real Iglesia de la Villa de Alagón, pronunciado por el agustino recoleto Manuel Castro de la Santísima Trinidad (1804), así como el Breve método para exercitar el novenario devoto…, de fray Tomás Samartín y Calasanz (1710). También se publicaron varias biografías: de Victorián Esmir Bayetola y Cassanate, con un novenario al final (sin año, ente 1687-1725), fray Miguel Mestre (sin año, entre 1793-1830, y 1821), una reimpresa por la Venerable Orden Tercera de Tudela, (1862), el abate francés Jean Augustin Guyard, traducida por  Juliana Urriés y Lera (1863). En Fonz (Huesca) se imprimió otra de Joaquín Manuel Moner y Siscar, con la historia de su ermita en Camprodón (1873).

En la parroquia del Portillo se conserva desde 1902 la reliquia de su cráneo, procedente de la de San Lorenzo, suprimida en 1902. Su historia se conoce gracias a un proceso de 1722 existente en el archivo diocesano de Zaragoza. Entonces el mercader Antonio Rubio pidió autorización para rendir culto a una reliquia que poseía, para poder colocarla en la iglesia parroquial de La Hoz de la Vieja. 

El zaragozano Maestro Jerónimo Campos, capellán y confesor de la compañía de Isidoro Pacheco, del ejército de Flandes, cuando lo gobernaba don Juan de Austria, recibió diferentes reliquias “de los sacos (sic)  a que se dieron  diversas ciudades y lugares, porque se las mandaron entregar como tal confesor y capellán” por parte del abad y los monjes de la abadía benedictina de Masori (sic) el 10 de febrero de 1579. Las reliquias pasaron luego a Manuel de Matute y a Melchor González, infanzón y gentilhombre del arzobispo fray Pedro Manrique, que las guardaba en su casa de la Plazuela del Olmo. Fueron reconocidas por el Dr. Tomás González, vicario general del arzobispo Alonso Gregorio, y por Martín Carrillo, Oficial Eclesiástico del arzobispo Tomás de Borja. El 15 de octubre de 1613 compareció ante el Dr. Domingo Villalba, vicario de Santa María Magdalena, capellán y examinador ordinario del arzobispado, para que le diese letras testimoniales sobre las reliquias de san Antonio, san Bartolomé, santa Úrsula, san Leonardo, san Jorge, san Nucio, san Cloquio (sic), las Once Mil Vírgenes y los santos Inocentes, obtenidas por el citado capellán unos treinta años antes, y facultad para entregarlas a la parroquia de San Lorenzo de Zaragoza para su culto, letras que se concedieron el 20 de octubre. 

El vicario general en sede vacante por la muerte del arzobispo Martín Terrer, Dr. Juan de Berbegal, concedió al vicario de San Lorenzo la custodia de las reliquias de la parroquia, en su pleito con los lumineros y parroquianos, el 2 de septiembre de 1634. Uno de ellos, el Ldo. Miguel Lacasa  llevó a componer el relicario de la cabeza del santo a casa del platero Pedro Galarraga hacia 1706. Al componer el relicario se cayeron algunos pequeños pedazos en la fuente en la que estaba colocada la cabeza, encima de unos “algodoncillos”. Fueron testigo de ello el Ldo. José Silvestre Bonifacio Amigo, beneficiado del Pilar, y el Ldo. Miguel de Blancas, beneficiado de San Felipe, pariente del platero. Aquel entregó un  fragmento al suplicante, que lo tenía colocado en “un relicario de plata blanca labrada con pie en óvalo, dos serafines en medio de la pilastra, engarzado dicho relicario con un adorno de forcales y hojas de la misma plata, con una cruz por remate de dicho relicario, dos botoncillos a los dos lados, con un retrato del santo en el uno y en el otro, en medio de una tarjeta de colores, el pedacillo de dicha reliquia, con un rótulo alrededor de ella que dice = reliquia de San Antonio de Padua =, con dos cristales en ambos lados y otro rótulo ce cincel alrededor de dicho relicario que dice = la dio Antonio Rubio, mercader de libros, año 1722=”.

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