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Dedicación de la Basílica de Letrán: 9 de noviembre de 2025

Raúl Romero López
3 de noviembre de 2025

«Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré»

INTRODUCCIÓN

         En el A.T. existen tres grandes “instituciones” que atraviesan la historia de Israel: El Sábado, el Templo y la Ley. El descanso del sábado es como la ·consagración del tiempo” para Dios. El hombre trabaja durante la semana y el sábado se lo reserva Dios para la adoración, la alabanza, el amor a Dios y a los hermanos. El Templo es como la consagración del espacio para Dios. De ahí la importancia del Templo de Jerusalén para los judíos. Y la Ley es la expresión de la voluntad de Dios grabada en la conciencia individual. “Israel recibió de Dios la Ley y en ello recibe la superioridad sobre todos los pueblos”. (Simón el justo). Pero estas instituciones fueron superadas por Cristo. “Dios es mayor que el sábado” (Mt. 12,8). “Destruid este templo y yo en tres días lo levantaré” (Jn 2,19). “Si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley” (Gal. 5,18).

EVANGELIO

Juan 2, 13-22

Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas, palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre». En esos momentos, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: «¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?» Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré». Replicaron los judíos: «Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero Él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.

REFLEXIÓN

1.- El Templo no puede ser un mercado. En tiempo de Jesús, el templo se había convertido en un buen negocio. En las grandes fiestas, todos los judíos (también los de la diáspora) ofrecían sacrificios y ofrendas. Y se recaudaba mucho dinero para las personas del culto. Jesús no puede tolerar tanta mercancía en la casa de Dios. Dios es gratuito y no se puede comprar con nada, menos con dinero. Y aquí Jesús da un aviso para navegantes. El que se dedica a las cosas de Dios no puede enriquecerse en la casa de Dios. El discípulo de Jesús debe ir “ligero de equipaje”. Y esto sirve para los tiempos de Jesús y para nuestros tiempos.

2.- El Templo no puede convertirse en una cueva de bandidos. Los judíos creían que el hecho de estar en el templo daba seguridad física. Y, de hecho, los templos han servido como “lugares de refugio”.  Pero, a veces, este derecho no ha sido respetado. Es interesante el salmo 11. Un buen israelita, inocentemente perseguido, acude al templo haciendo uso del derecho de asilo. Pero hay un orden social que se tambalea; por todas partes campea la anarquía, el desorden. Y son los mismos encargados del Templo le aconsejan la huída. “Escapa como un pájaro al monte”. Pero este hombre bueno protesta y, lleno de fe, dice: “Al Señor me acojo”. Es decir. No busco seguridad en el templo sino en el que está por encima del Templo: el Señor. Sus ojos están observando (Sal. 11,4).

El salmista nos invita a fiarnos del Señor. Esta invitación sirve para todos los tiempos. Las piedras del templo no dan seguridad. Los bandidos no pueden tener seguridad en el templo. El cristiano debe poner toda su seguridad en Cristo Resucitado, piedra angular del Nuevo Templo.

3.- La casa de mi Padre.  Me llama la atención en este evangelio de Juan, estas palabras: “La casa de mi Padre”. No dice “la casa de Dios” sino de mi Padre. ¿Qué hay entre Jesús y el Padre? ¿Qué misterio se esconde? ¿Qué centro de gravedad le atrae tanto a Jesús que es capaz de privarse del sueño para pasar la noche con Él?

Para Jesús, su Padre lo es todo: el pan que le alimenta, el cielo que lo cobija, el suelo que lo sostiene, la almohada donde descansará su cabeza coronada de espinas. Hay un momento terrible en el que a Jesús le dejan solo. “Todos huyeron” (Mc. 14,50).   Pero Jesús nunca se siente solo: “El Padre está conmigo” (Jn. 16,32). Comenta bellísimamente un famoso pensador cristiano: «Había en Jesús algo íntimo, un «sancta sanctorum”, al que no tenía acceso ni su misma madre, sino únicamente su Padre. En su alma humana había un lugar, precisamente el más profundo, completamente vacío de todo lo humano, libre de cualquier apego terreno, absolutamente virgen y consagrado del todo a Dios. El Padre era su mundo, su realidad, su existencia, y con él llevaba en común la más fecunda de las vidas» (K. Adán).

PREGUNTAS

1.- ¿Me gusta servir a Dios con un corazón libre de dinero, de fama, de prestigio? ¿Sé dar gratis lo que gratis he recibido?

2.- ¿Dónde estoy apoyando yo mi vida? ¿En las instituciones, en la familia, en los amigos, o en la roca firme de Cristo Resucitado?

3.- ¿Tengo una relación íntima, cordial, gozosa con mi Padre-Dios? En caso afirmativo, ¿en qué se manifiesta?

Este evangelio, en verso, suena así

Para Israel era el Templo

altura hermosa, misterio,

joya, corona, alegría

y gloria del Universo.

Pero el paso de los años

Enfrió su amor primero.

El Templo pasó a ser cueva

de ladrones y rateros.

Jesús no encuentra en el Templo

un culto al Dios verdadero,

una religión basada

en el amor más sincero.

No se puede amar a Dios

Poniendo al amor un precio.

La religión no es negocio.

Es puro agradecimiento.

Dios se escapa de los templos

de mármol, piedra o ladrillo.

En Jesús, su Hijo bendito,

ha puesto su domicilio.

Nuestro verdadero templo

Es JESUS RESUCITADO.

En tu hijo, Jesús, Señor,

te encontramos y adoramos.

Cada persona, Señor,

es un altar consagrado.

Tu mayor gloria, Señor,

es ser en todos amado.

(Escribió estos versos José Javier Pérez Benedí)

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